La falacia del falso dilema es aquella que presenta únicamente dos opciones o puntos de vista de una cuestión o problema, cuando en realidad hay más complejidades. Esta falacia suele ser usada para excluir otras opciones a propósito con el fin de distorsionar un argumento y justificar ciertas acciones, como la que sucedió hace unos días, cuando se realizaron pintadas delictivas en las fachadas de un edificio protegido patrimonialmente, como lo es el Palau de la Generalitat (BIC).
El sábado 9 de noviembre se celebró en la ciudad Valencia una más que justificada y multitudinaria manifestación contra la nefasta, la negligente y la desastrosa gestión de la DANA que el 29 de octubre causó una catástrofe sin precedentes y que se llevó por delante la vida de más de doscientas personas, además de numerosos daños materiales en más de setenta municipios de la Provincia de Valencia.
Durante la celebración de esta manifestación, un grupo numeroso de manifestantes se concentró en torno al edificio del Palau de la Generalitat Valenciana para mostrar su indignación, su rabia y su dolor por todo lo sucedido. Delante de la puerta principal, se dejaron las botas llenas de barro de aquellas personas que han estado en la zona 0 de la catástrofe, ayudando a los damnificados y limpiando las calles. También se colocaron carteles de protesta contra la pésima gestión del Consell y de sus máximos responsables, y algunas personas estamparon las huellas de sus manos, llenas de barro, en los muros y sillares del Palau.
Lamentablemente, algunos individuos consideraron que estaba más que justificado ir más allá y decidieron pintar con espray y con plantillas una serie de mensajes, contra algunos de los responsables de lo ocurrido, en los muros de un edificio protegido como Bien de Interés Cultural.
Estos individuos decidieron que nuestro patrimonio cultural debía pagar por lo que había sucedido y por lo tanto estaban legitimados para usarlo como saco de boxeo para volcar su rabia, su ira, su indignación y su frustración. Se estaba justificando, abiertamente y de forma manifiesta, un delito contra el patrimonio cultural, tipificado en el artículo 323 del Código Penal usando para ello la falacia del falso dilema.
Una falacia que fue repetida insistentemente en la red social X (Twitter), diciendo, por ejemplo, que las piedras no eran más importantes que las personas; que cómo era posible que importara más un edificio que todas las personas que habían muerto; que los monumentos están para aguantar los daños de la historia; que todavía había pasado poco; que tenían que haberle pegado fuego al edificio; que el Palau era del pueblo y que podían hacer con él lo que quisieran; que eso se puede limpiar y arreglar pero los muertos no se recuperan; o que no había que decirles a las personas que habían visto morir a los suyos cómo debían canalizar su rabia, amén de un sinfín de insultos y opiniones irracionales y sin sentido, como invocar la toma de la Bastilla, la Revolución Francesa o a María Antonieta.
Cualquiera de estos argumentos es sumamente peligroso e irresponsable, pues pueden servir para justificar futuros ataques al patrimonio cultural valenciano, dañando o destruyendo una de nuestras señas de identidad como pueblo. Independientemente de que sean "sólo cuatro pintadas" o de que estas se puedan limpiar a posteriori "con agua y una Karcher". Y no, no se está valorando sólo el alcance de los daños. Esa no es la cuestión y quienes nos dedicamos al patrimonio cultural y a la restauración lo sabemos de sobra.
Igualmente, queremos dejar muy claro que el hecho de mostrar preocupación y estar a favor de la protección y de la salvaguarda del patrimonio cultural, denunciando este tipo de ataques, no esta reñido con otros asuntos, aunque estos puedan ser más o menos graves y trascendentes. Son cuestiones totalmente compatibles que no están confrontadas. Te pueden y te deben importar las vidas humanas, al igual que te puede importar tu patrimonio cultural. Por ello, este dilema entre el patrimonio o las personas, entre las piedras o las vidas humanas es totalmente falso y engañoso y se ha usado precisamente para justificar un acto injustificable y delictivo.
También es preciso recordar que el Palau de la Generalitat ni es propiedad del actual President, Carlos Mazón, ni lo ha sido, ni lo será de los anteriores y de los próximos presidentes, que sólo están ahí de manera temporal y provisional. El Palau pertenece al conjunto de los ciudadanos, como sociedad, y no debería ser objeto de estos ataques, al igual que el resto del patrimonio cultural de los valencianos. Es una línea roja que no deberíamos volver a cruzar.
Por último, quisiéramos hacer hincapié en el significativo y atronador silencio, en las redes sociales, de los grupos políticos de la oposición, a nivel municipal y autonómico, y de sus responsables en las áreas de patrimonio y cultura. No hemos visto ningún tweet al respecto condenando este ataque innecesario e injustificado a nuestro patrimonio cultural, cuando por otros problemas patrimoniales menos graves se han rasgado las vestiduras, han publicado artículos en prensa, etc. y lo han utilizado para ir con machete y embestir al rival político. Es digno de analizar y de estudio esta actitud cobarde y distante con un patrimonio cultural que es de todos y de cada uno de los valencianos. Quizás no han querido recibir el aluvión de insultos y de ataques que han recibido en las redes sociales los colectivos y las personas que hemos condenado y condenamos estos comportamientos delictivos que NUNCA pueden justificarse con una falacia del falso dilema.
César Guardeño Gil
Presidente Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural
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