A finales del pasado abril, el Ayuntamiento de Maarshorst en Holanda reconocía, casi un año después, que durante una remodelación del edificio consistorial provocado por unas inundaciones de 2023, tan frecuentes por esas tierras, les parecía que una serie de obras de arte de su fondo patrimonial, podrían haberse perdido definitivamente.
Continuando con la forma condicional empleada, se sugería que incluso podrían haber acabado en la basura. Tanto empleo del modo condicional, haría pensar que era una cuestión de una mala traducción y se recurrió a las fuentes originales. El holandés no está entre los idiomas de uso habitual del que escribe, así que se buscó la noticia en medios británicos.
Viendo que el uso verbal era el correcto, la cosa empezó a preocupar un poco más. Se entiende que se trata de 46 obras de escaso valor (22.000€), no obstante hay una de ellas que si no es valiosa, sí puede tener un significado especial en aquellas tierras: Un retrato de la reina Beatriz de Holanda, realizado por Andy Warhol y perteneciente a una serie de serigrafias de 1985 titulada “Reigning Queens”, cuyo precio de mercado puede oscilar en los 15.000 €.
Hablar de precios de arte no es una ciencia exacta y más si se tratan de obras que forman parte de una colección pública, lo que ya supondría un valor añadido, y más si lo inaugura la protagonista del retrato (más valor añadido tadavía) y seguramente el dato más importante: el numero de serie de la impresión. Entonces ya no hablamos de 15.000 €, sino de bastante más. Calculo unos 40.000€.
Es curioso, cuando no sospechoso, que no se mencionen las otras 45 obras, supuestamente tiradas a la basura, circunstancia que ayudaría a tener un valor más aproximado y certero de lo que se habría tirado al container.
La cosa del precio, para las arcas municipales de cualquier ayuntamiento fuera de nuestra fronteras es cosa seria ya sean 22.000€ o 350.000€. Allí se conoce como transparencia, y sino se pasa a los términos de corrupción, destitución y linchamiento público.
El pobre burgomaestre reconocía: “Así no se tratan los objetos de valor. Es un asunto grave que la propiedad pública, especialmente las obras de arte con valor cultural e histórico, se traten con tanta negligencia… Pero ocurrió. Lo lamentamos”.
Hace tiempo que perdimos la ingenuidad con estas cosas. Por ser complacientes con el modo condicional empleado por las autoridades podríamos plantear varías cuestiones:
Podría ser que los técnicos que guardaron las obras del Ayuntamiento de Maarshorst fueran unos inútiles redomados y por tanto, deberían plantearse que tipo de contrataciones públicas se hacen por allá.
También podría darse el caso que en el ayuntamiento y asumiendo que sus funcionarios sean una reata de incompetentes no sepan que las obras de arte públicas dañadas pueden y deben restaurarse ya que son públicas.
Por último, podría darse el caso que entre los técnicos haya uno, menos deficiente que el resto, y que se haya quedado con la obra sin más y un año después ponte tu a buscarla dos años o déjalo correr , que sólo valía 15.000 € , dato que como hemos explicado antes, no es más que una falsedad disculpatoria.
Vemos pues que los holandeses de Maarshorst, tal vez por la influencia de los malvados Tercios de Flandes, también serían unos chorizos al más puro estilo ibérico y su alcalde el primero, si se cree que con un “Lo lamentamos”, el asunto queda zanjado. De otra manera podría parecer que el alcalde nos toma por idiotas.
Hace poco publicamos la noticia que en los ayuntamientos de Pozoblanco (Córdoba) y en Orihuela (Murcia) las esculturas publicas, también desaparecen, lo que podría tratarse de una epidemia generalizada en la escala funcionarial municipal de la UE, circunstancia que si justificaría un confinamiento (talego) y después una desescalada, que también se debería traducir como eliminación progresiva de tanto funcionario municipal inútil o chungo como anda suelto.
Y que en este caso, no hay modo condicional que valga.