Con la reclamación de devolución al ministro de Cultura de dos cuadros incautados a las parroquias de Yebes y Pareja en 1938 se abre un interesante melón que veremos como termina, aunque ya aviso que es posible que no veamos su resolución final, al menos con este ministro, aunque la rueda de la administración una vez se pone en marcha, no se para.
En el caso de Yebes, se trata de la tabla pasada a lienzo 'Cristo ante Pilatos', que permanece en los depósitos del Museo Arqueológico Nacional (MAN) En el caso de Pareja, lo que se reclama son dos fragmentos de otra tabla pasada a lienzo, 'La Anunciación', que Se llevaron como depósito al Prado, y allí siguen.
La Abogacía del Estado después del verano debería emitir el informe correspondiente; la decisión final le corresponderá a Urtasun. La cuestión es saber si continuará al frente de la cartera hasta el final de legislatura.
Este informe se debe sobre todo por la falta de un reglamento de la ley de Memoria Democrática que regule estos procedimientos. Debió haberse aprobado, en abril de 2023, pero por lo visto ni está ni se le espera. Este bloqueo fue lo que llevó a Urtasun, hace un año, a informar en una comparecencia de que un informe de la Abogacía del Estado había establecido los criterios para las restituciones por la vía civil.
En este caso se trata de la incautación de dos obras a la Iglesia en 1938 por parte de la Junta del Tesoro Artístico republicana y que fueron entregadas en depósito a organismos y museos en la posguerra por el SPADAN, igualmente siniestro. El resto de las obras incautadas podrían ser más o menos complejo, pero por lo visto estas estarían localizadas.
La ley de Memoria Democrática es muy clara en su capitulo III, donde se refiere a la reparación de los bienes expoliados durante la Guerra y la Dictadura:
La incautación es una apropiación, es decir un robo. En este caso ambos gobiernos, republicano y franquista fueron culpables.
¿Qué pasa con los bienes de la Iglesia saqueados o destruidos?. Recuérdese que a excepción de las obras adquiridas y en sus museos los museos, la Iglesia, las iglesias, no poseen nada: Sus tesoros son y eran del pueblo.
Interesa saber que pasa con las “otras obras” de la Iglesia perdidas, saqueadas o destruidas desde el inicio de la contienda hasta el final. Los grandes Expertos Oficiales “designados”, no son capaces (o no quieren) evaluar la ingente cantidad de obras y piezas desaparecidas, y lo dejaremos ahí: En desaparecidas. Salieron por tierra y mar.
Parece que estos bienes culturales desaparecidos o destruidos hayan sido excluidos sabiamente (torticeramente) del Relato Académico-Político por el simple hecho de que ya no están. ¿No existen fotografías o documentos que puedan ayudar a una valoración? Fotografías de los desastres de la guerra es lo que sobran.
La otra opción para olvidar el daño patrimonial provocado por los desmanes descontrolados en el bando republicano, es esgrimir simplemente, que eran de la Iglesia. Dejando aparte consideraciones ideológicas y trasnochadas, la Iglesia católica sigue siendo el chivo expiatorio ideal. En el mismo paquete de los “vencedores” se mete tradicionalmente a la Iglesia. Con rigor histórico habría que comprender porqué la Iglesia española se alineó con un bando buscando refugio o no se pudo mantener neutral como debiera. La Iglesia ha estado en el foco de las revoluciones y obsesiones libertarias y marxistas españolas desde el siglo XIX. Pero esta es otra cuestión que entroncaría con la realidad histórica y sociológica de España.
El saqueo, robo y destrucción por parte de grupúsculos, brigadas, comités revolucionarios fueron una realidad y en absoluto minoritaria, y que únicamente gracias (teóricamente) a la ley de Incautación de 1937 y 1938 se intentó regular (o paliar) en parte, por la República y digo intentar, porque el gobierno poco regulaba (o miraba hacia otra parte) a anarquistas, comunistas y demás facciones de su bando, ante los desmanes notorios que normalmente incluían en el lote de la barbarie, el asesinato de los pocos curas, sacristanes, beatos y beatas que pasaban por ahí.
El franquismo fue cruel y rencoroso con los vencidos. No supo perdonar, si no fue con condescendencia y humillación, de eso no cabe duda. Aunque ambos gobiernos fueron igualmente dictatoriales y represores. Entrar en el discurso fácil del “Y tu más” no es propio de historiadores, sino de políticos de escasa altura y reduccionismo panfletario, tan en boga últimamente para vergüenza ajena.
Tradicionalmente la izquierda aboga que las victimas por el Frente Popular, ya fueron resarcidas por el franquismo y que las del franquismo, no lo fueron suficientemente. La historia reciente de España no dice lo mismo.
Hace meses que se percibe que el postureo del ministro no es suficiente para acometer una ley que hace referencia a todos los españoles, víctimas “producidas por razones políticas, ideológicas, de conciencia o creencia religiosa durante la Guerra y la Dictadura”.
El capitulo III de la ley de Memoria Democrática era necesario para subsanar lo que no se ha reparado en justicia desde hace 86 años y cabía la posibilidad que cuando se redactó fue aprisa y corriendo, sin tener que una vez abierta la Caja de Pandora de los damnificados, podían haberlos de ambos lados.
¿Devolverá el ministro comunista a la Iglesia su patrimonio incautado? Ambas piezas están depositadas en los depósitos de museos de titularidad estatal. Como el Ayuntamiento de Yebes (Guadalajara) es del PSOE y puede que lo tenga fácil. El de Pareja está gobernado por el PP y la cosa puede que no sea plato de gusto del titular de Cultura. Así de simple y patético.
Los abogados parecen esperanzados y así lo manifiestan públicamente. Como esto no va de exclusivas, me reservo transmitir su opinión personal. En lo que desde luego si están tranquilos y satisfechos es en que ya se han creado precedentes como el caso de la familia Rico. En este caso además, el Museo del Prado está colaborando activamente. Lo que queda es saber como actuará finalmente el ministro, si la dilatará o no y como escenificará la restitución.
Esta restitución, marcaría sin duda un antes y un después en la Ley de Memoria Democrática, ya que si esta restitución se lleva a cabo, también se reconocerá que el otro bando también fue víctima de incautación y expolio. La Caja de Pandora que se mencionaba anteriormente y que parece no se tuvo en cuenta por parte de los legisladores.
Expertos, catedráticos y profesores en Derecho coinciden una vez más, en que esta ley se ha hecho de manera precipitada y con unos objetivos más mediáticos y espurios, que con intención de reparar o subsanar injusticias históricas.
Las formulas de restitución y compensación son vagas. Sólo se restituyen las piezas que existen físicamente. Es decir, lo más evidente. El reglamento de la Ley de Memoria Democrática, parece no contemplar en profundidad la valoración las piezas perdidas y saqueadas.
Los mismos abogados implicados en estos procesos reclaman que se organicen grupos o comités de expertos independientes, conjuntamente con las instituciones, sobretodo en el ámbito de la investigación, valoración y tasación, a la manera de los comités de restitución del expolio nazi creados en diferentes países, como abogó públicamente el que suscribe.
La compensación de la pieza perdida (saqueada, robada o destruida) probablemente genera las mayores controversias, y no hay que olvidar que así lo recoge la ley, por tanto habrá que ver que soluciones se han pensado
Es de suponer que si alguien debiera pagar es Hacienda y eso es tan remoto como el viaje a Urano. ¿Se han previsto otras fórmulas?. De momento, no, por lo que habría que tal vez replantear de nuevo ese requisito.
¿Se ha pensado alguna fórmula fiscal que desgrave impuestos de patrimonio similar a la Dación en Pago por las piezas perdidas, incluso por las que conservan museos e instituciones?. Puede parecer un poco ingenuo, pero no será descabellado pensar que más de un descendiente preferiría una formula similar, que no tener que pagar por la conservación, seguridad, catalogación y seguramente cesión de estas obras de sus antepasados para exposiciones y muestras y que a lo mejor, ni siquiera le gustan.