REDACCIÓN. El pasado 22 de julio, el Departamento de Estado de Estados Unidos informó a la Directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, que el país se retirará de la organización el próximo 31 de diciembre de 2026 organización, alegando que su continua participación “no es del interés nacional de los Estados Unidos”.
Trump ya retiró a Estados Unidos de la organización durante su primer mandato en 2017, alegando un sesgo antiisraelí. Estados Unidos se reincorporó a la Unesco bajo la dirección de Joe Biden en 2023.
La administración Trump continúa priorizando las iniciativas contra la DEI (diversidad, equidad e inclusión o movimiento WOKE) y la participación extrainstitucional en la gobernanza conservadora vigente.
No hay que olvidar que igualmente y desde la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk, se ha reducido drásticamente la linea de presupuestos gubernamentales destinados a cultura y que ha desmantelado agencias como el Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas (IMLS) e impuesto una supervisión rigurosa a instituciones como el Smithsonian. Estos movimientos no son solo simbólicos: están transformando la infraestructura de la cultura estadounidense.
“El presidente Trump ha decidido retirar a Estados Unidos de la Unesco, que apoya causas culturales y sociales progresistas y divisivas que están totalmente en desacuerdo con las políticas de sentido común por las que votaron los estadounidenses en noviembre”, dijo un portavoz de la Casa Blanca en un comunicado de prensa.
La relación de Estados Unidos con la Unesco se ha caracterizado desde hace tiempo por ciclos de adhesión y retirada. Aunque Estados Unidos fue miembro fundador de la organización en 1945, Ronald Reagan inició la retirada del país en 1984. George W. Bush supervisó su reingreso a la Unesco en 2003. En 2011, durante el mandato de Barack Obama, Estados Unidos dejó de financiar a la Unesco tras una votación para incluir a Palestina como miembro de pleno derecho. En aquel momento, la retirada de Estados Unidos supuso una grave dificultad financiera para la organización.
La UNESCO supervisa 1200 sitios declarados Patrimonio Mundial en todo el mundo, incluidos 26 en Estados Unidos, y es responsable de proteger a aquellos en riesgo y designar nuevos monumentos culturales.