Michele Basso escondió su colección durante más de 30 años en el la Cúpula de San Pedro de donde era Canónico. Entre ellas una falsificación de principios del siglo XX de la “Crátera de Euphronio” aunque fuese hallada en 1971…
REDACCIÓN Monseñor Michele Basso, el anciano canónigo de San Pedro del Vaticano, falleció de un infarto en su apartamento del Palacio de la Sacristía, el pasado 6 de diciembre. Descanse en Paz.
Este fallecimiento no pasó desapercibido en los obituarios romanos ya que aunque Don Michele no era una figura relevante en la jerarquía vaticana, con su muerte también desaparecía la oportunidad de saber como y cuando este anciano acumuló una importantísima colección de arte y que para más escarnio escondío en el Cupulone , es decir , la mismísima Cúpula de San Pedro, un espacio a 130 metros de altura pero sobretodo, de difícil acceso y protegido con una doble cerradura.
Don Michele era un coleccionista compulsivo de arte de primer nivel. Fue atesorando importantes obras que finalmente se escondieron en 30 cajas ignífugas y de características especiales para garantizar la conservación de su valioso contenido. Comenzó a acumular su tesoro compasión y empeño a principios de los años 90 y aunque explicaba que todo aquello era legal, años después esa misma cuestión de la legalidad “le habían provocado quebraderos de cabeza”.
“Los quebraderos de cabeza” vinieron a raíz de una investigación de la Fiscalía de Roma que al final fue archivada, Don Michele decidió donar su tesoro al Vaticano. En 2020 el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin se enteró de la existencia de la colección de Basso y ordenó estudiarla en la Fábrica de San Pedro, “departamento” creado en 1523 y que se ocupa de todo lo relacionado con la conservación de la Basílica de San Pedro.
Y decimos “Escondieron”, porque una vez el Vaticano recibió la herencia de Don Michele, fueron las mismas autoridades de la Santa Sede quienes decidieron conservar este tesoro de manera segura y discreta convirtiéndose en uno de los mayores secretos actuales del Vaticano. Tampoco nadie se ha molestado mucho en averiguarlo.
El Papa Francisco también encargó en 2020 una investigación interna sobre la gestión de la Fábrica de San Pedro. Tampoco se ha sabido nada de su resultado, pero a razón de ella, el Papa sustituyó en 2021 al arcipreste de la Basílica, el cardenal Comastri. La razón oficial: Desbarajuste administrativo. Su sucesor, el cardenal Mauro Gambetti, heredó por tanto una patata caliente con demasiadas incógnitas por desvelar. Cosas del Vaticano. É la nave va…
No estamos hablando de cualquier cosa. La colección de monseñor Michele Basso incluye lienzos de la escuela de Mattia Preti, bocetos de Pietro da Cortona, mesas de madera de Guercino, Golzius, Pasqualotto además de tallas de madera del siglo XVII e incluso una escultura de mármol blanco inspirada en los Prisioneros de Miguel Ángel.
Junto a obras auténticas también hay algunas falsificaciones realizadas por hábiles artistas que ofrecían sus servicios en Roma en el siglo XIX y que eran tan extraordinarias que todavía nutren el mercado internacional.
Podrían sumar una setenta piezas desde material arqueológico hasta piezas clásicas pero el hallazgo más llamativo es una formidable falsificación de la “Cratera de Euphronios' realizada a principios del siglo XX.
“La Cratera de Euphronios” es un cáliz decorado con figuras rojas, modelada por el ceramista Euxitheos y pintada por el ceramista Euphronios hacia el 515 a.C.
Pero se da la curiosa circunstancia y aquí empezarían los problemas. La crátera original fue hallada y expoliada 1971 en un yacimiento de Creveteri (Roma). Luego exportada ilegalmente a Estados Unidos y comprada por el Metropolitan (MET) de Nueva York en 1972 y se devolvió a Italia en 2008. Desde 2014 está expuesta en el Museo Nazionale Cerite de Cerveteri.
Por tanto, la copia hallada en la colección de Michele Basso plantea una serie de dudas: ¿Cómo puede ser que Don Michele tuviera una falsificación de principios del siglo XX de un objeto hallado y expoliado “Oficialmente” en 1971? ¿Qué vendieron entonces los expoliadores al MET? ¿Qué devolvió el MET a Italia en 2008?¿No se le ocurrió a nadie hacer unas simples pruebas de datación? ¿Serán las dos cráteras, falsas?. En estos casos, la opción más simple, suele ser siempre la solución.
En el fondo ésta cuestión de la falsificación tampoco sería la gran polémica, más allá de la ética profesional que se esperaría de unos saqueadores. La preocupación más importante de la Santa Sede será como explicar como este buen canónico pudo acumular semejante colección, su origen y como pudo esconderla en el Cupulone.
Tratándose del Vaticano, no creemos que tengamos respuesta en al menos 10 años. Una buena oportunidad para continuar leyendo Pecados del Arte…