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¿Qué es un huaquero?

JORGE LLOPIS

Expolio arqueológico en "español”

Lunes 06 de marzo de 2023

El saqueo y tráfico ilícito en Iberoamérica es una realidad constante desde principios del siglo XX. El Ministerio de Cultura de Perú ha registrado unos 26.000 sitios arqueológicos en todo el país, aunque las limitaciones presupuestarias hacen que solamente una parte pueda ser protegida de manera adecuada.



El fenómeno del expolio arqueológico y el tráfico ilícito no es exclusivo de regiones como Egipto o Oriente Medio. En la América Andina, Méjico y Centro América es desgraciadamente muy habitual desde finales del siglo XIX y principios del XX.
Nos referimos a los Huaqueros, que es el nombre que reciben los expoliadores en los países andinos como Perú, Ecuador y Bolivia su nombre procede de Huaca, que es como se denominan en quechua de manera genérica a los asentamientos funerarios precolombinos, los únicos restos arqueologicos y testimonio de las civilizaciones que existieron en esos países hasta la llegada de los españoles en 1532 y que podrían prolongarse hasta 3.200 años de antigüedad.
Aquella Fiebre Precolombina fue diferente a la Fiebre Egipcia. La egiptología se venía estudiando desde finales del siglo XVIII con el hallazgo de la Piedra de Rosetta y las referencias literarias, históricas y científicas eran evidentes y o al menos estaban más claras. Pero en las culturas preincaicas y mesoamericanas esas referencias literarias, históricas no existían, no porque las españoles las hubiesen eliminado, sino porque ni ellos mismos no las habían desarrollado ni formaban parte de su cultura.
Por tanto, la Fiebre Precolombina se inició prácticamente a ciegas, sin referencias Así mismo ese coleccionismo de principios de siglo, no era selectivo, científico. Era acumulativo. Tener la colección mayor, la más cuantiosa. El expolio Iberoamericano, surgirá para satisfacer a coleccionistas norteamericanos y la rica burguesía local.
Según varios estudios sobre la cuestión del expolio en Perú, como la Dra. Chirinos, de la Universidad de Santa Bárbara en California, apunta que la “labor” del huaquero ha sido una actividad de supervivencia que desarrollaron las capas sociales más humildes (campesinos) como manera de subsistencia buscando pequeñas joyas o restos que pudiesen ser de interés para la burguesía criolla y mestiza urbana dominantes después de la independencia.
En 1822 el gobierno peruano ya decretó una ley de salvaguarda del patrimonio, que obviamente se redactaría para aquellos que supiesen leer, pero no para el más del 80% de la población campesina analfabeta.
Daños y efectos del Huaqueo
Partiendo de la base que quienes lo practican son personas absolutamente incultas, ignorantes y prácticamente analfabetas y el método empleado es escarbar de manera desordenada con herramientas muy básicas y con prisas para no ser descubiertos, el objetivo es sacar lo que sea.
El tipo objeto que se encuentran en yacimientos funerarios son restos humanos y momias así como su ajuar, normalmente objetos de arcilla, cuencos, vasijas, figuritas religiosas, por tanto si consiguen extraerlos sin romperlos o completos ya será una suerte. Con las momias el asunto es diferente ya que una vez expuestas al aire, muchas veces se deshacen al igual que sus envoltorios de tela.
Los efectos del huaqueo eran totalmente destructivos y devastadores ya que lo que no servía lo desechaban desperdigándolo por el entorno, lo que ha provocado que los científicos y arqueólogos no tuviesen una minima referencia de cómo eran estos ritos funerarios, que investigar o como.
Aplíquese el saqueo a cualquier tipo de hallazgo y civilización: En la costa las Cupisnique, Mochica, Lambayeque y Chimú. En el centro la cultura Lima y Changay, en el sur: la Nazca y Chincha y en las tierras altas: Reclay y Huari. Todas ellas diferentes y con antigüedades de hasta 3.200 años.
¿Huaqueo de “baja” y “alta intensidad”?
El Huaqueo se inicia “oficialmente” a finales de siglo XIX (1890’s) en su ámbito de “expolio para la exportación internacional” gracias a un alemán , el ingeniero Hans Heinrich Brüning que llegó al Perú como ingeniero en 1875 y regresó a Alemania como especialista en antigüedades peruanas, gracias a los expolios y venta de restos arqueológicos procedentes de la costa peruana.
Los huaqueros no estaban (ni están) organizados y la información sobre los lugares donde actuaban se mantenía en secreto en su circulo familiar sin registros pormenorizados de ningún tipo. Una vez saqueado acudían a comerciantes de los pueblos que se convertían en el segundo eslabón de la cadena. Estos a su vez acudían a comerciantes expertos en las grandes ciudades, que realmente eran los grandes distribuidores para la venta privada a coleccionistas locales y también a museos que muchas veces ni preguntaban su procedencia, porque a su vez participaban del comercio. Es de suponer que las piezas distribuidas desde los museos eran las de mayor valor y con un destino internacional.
Desde entonces el expolio sistemático de tumbas se “institucionaliza” en el país ya que seguía siendo una fuente de ingresos para el huaquero, los comerciantes, los grandes intermediarios , funcionarios de aduanas y los contrabandistas.
Durante más de un siglo las actuaciones de los expoliadores ha sido continuada debido a una serie de cuestiones que en resumen serían:
  • La desconexión y desafección mutua entre la población rural, mestizos e indígenas (“cholos” y “serranos”) con las autoridades locales.
  • La falta de recursos y corrupción de los gobiernos municipales e institucionales para afrontar una política de recuperación más allá de lo que ya había en los museos.
  • La actividad de grupos criminales y terroristas como Sendero Luminoso asentado en estos territorios desde 1970 aplicando una política de terror y lucha armada y por supuesto de control de los yacimientos como financiación. Nada nuevo como se ve.

No será hasta 1987 con el hallazgo del la tumba del Señor de Sipán en Huaca cuando el deslumbrante y su abundante tesoro en piezas de oro, inicia o despierta el interés hacia otro tipo de huaqueo más rentable y sustancioso.
Después de Sipán se ha encontrado las tumbas y sus tesoros de la señora de Cao (2006) o la de la Dama de Chornancap (2011).
En este sentido, podemos hablar de estos dos tipo de huaqueo. Uno que sigue siendo de “piezas menores” y por supuesto el que se busca con mayor interés: Los tesoros de oro y piedras preciosas.
¿Es posible poner freno al saqueo del huaqueo y su tráfico ilícito?
Es difícil dar una respuesta. Desafortunadamente existe todavía una gran opacidad sobre esta cuestión. El expolio denuncia desde el sector de la investigación y académico, pero desde la posición oficial no se aportan datos ¿Por qué? Parecería evidente que la tradicional connivencia entre los saqueadores, intermediarios y autoridades se mantiene vigente. Según diferentes estudios como el de Sandra Tolosa de la Universidad de Buenos Aires, incluso apunta a funcionarios de Museos y cooperación internacional, como también implicados regularmente en estos delitos. Esta circunstancia nos debería conducir a otra serie de preguntas:
¿Proporciona la policía peruana a INTERPOL datos correctos o simplemente los omite? ¿Cuáles son verdaderamente los canales de distribución internacional? ¿Los mismos que el del tráfico de drogas? ¿Incluso la Cooperación internacional? ¿Estaría el crimen organizado vinculado a funcionarios en este comercio internacional?
La legislación peruana se ha modificado y endurecido en la persecución de ambos delitos: Expolio y comercio y tráfico ilícito, con campañas de sensibilización dirigidas a los huaqueros, en las que se ha llegado a advertir del riesgo de sufrir las maldiciones de los muertos desenterrados, pero el goteo es constante.
El Ministerio de Cultura de Perú ha registrado 26.000 sitios arqueológicos en todo el país. Sin embargo, las limitaciones presupuestarias hacen que solamente una parte pueda ser protegida de manera adecuada. A lo largo de 2022 se han realizado en Perú 15 hallazgos arqueológicos de importancia ¿Cuántos de menor importancia?
Sólo en Lima, con 10 millones de habitantes hay más 1000 sitios arqueológicos. En los últimos años se han encontrado tumbas y cerámicas antiguas durante la ampliación del aeropuerto de la ciudad y durante la construcción de un juzgado y una presa hidroeléctrica en pueblos cercanos. A principios de este año, un residente de Lima informo sobre unos fardos funerarios que encontró mientras realizaba obras en su casa. Solo la empresa de gas Cálidda ha realizado más de 1500 hallazgos arqueológicos en los nueve años que lleva instalando gasoductos en el área metropolitana de la ciudad.
Como se ve una oportunidad permanente para el expolio que se descubre normalmente en el país de destino y eso con algo de suerte.
Es de suponer que las autoridades prefieren investigar las redes de distribución y tráfico principalmente ya que el origen o quienes lo realizan seguirán siendo un misterio.

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