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José Mª Sert. La figura olvidada en el regreso de las obras del Prado a España

CÉSAR ALCALÁ

Miércoles 19 de julio de 2023
El pintor y muralista José Mª Sert, fue, mal que le pese al revisionismo cultural histórico, una figura clave en las negoiaciones para la devolución a España de las obras exiliadas del Prado. Pero claro, Sert negociaba en nombre del Gobierno de Burgos...

Miembro de una familia de la burguesía catalana, dedicada a la fabricación de textiles, aprendió dibujo con Pere Borrell y grabado con Alexandre de Riquer. José María Sert Badía (1874-1945), destacó como muralista.

En 1899 marchó a París, donde vivió casi toda su vida. Obtuvo un cierto reconocimiento cuando Serge de Diaghilev le encargo, para los Ballets Risos, los decorados de los ballets “La leyenda de José” (1914), “Los jardines de Aranjuez” (1918), y “Le astuzia femminili” (1920). Todos estos decorados estaban vinculados al art déco.

Suyas son las pinturas de la Catedral de Vic, del Ayuntamiento de Barcelona, del Rockefeller Centre de Nueva York, o la Sociedad de Naciones de Ginebra. El prestigio artístico internacional de Sert es indiscutible. En Estados Unidos cuando se hablaba de pintura española, los tres nombres que sobresalían o eran una referencia siempre fueron los de Sert, Dalí y Miró.

No obstante haber participado en esta gestión de recuperación de las obras del Prado como parte del lado franquista le valió ser relegado de la historiografía del arte.

Sert es una figura clave para salvar y recuperar el Patrimonio artístico del Museo del Prado, que salió de España, y regreso terminada la guerra civil. Desde el principio de la guerra se quiso salvar el Patrimonio artístico que estaba depositado en el Museo del Prado. El traslado de unas 2.000 obras de arte se empezó a llevar a cabo en otoño de 1936. Su destino era la ciudad de Valencia. A medida que la guerra avanzó, las obras, como el gobierno de la República, se trasladaron a Cataluña. Del Museo del Prado salieron 361 obras. El resto eran del Museo de Arte Moderno, el Monasterio de El Escorial, el Palacio Nacional y la Academia de San Fernando. También había obras de colecciones privadas.

Llegamos a diciembre de 1938 y enero de 1939. Ese es el momento en el cual se intensificaron los combates y los bombardeos. Cataluña estaba a punto de ser tomada por el bando franquista. Todo aquello provocó que existiera un miedo sobre el Patrimonio artístico. Más de uno creía que si caía alguna bomba todo aquello se perdería para siempre. El gobierno republicano se vio incapacitado para salvarlo. Por eso se le pidió y acordó con la Oficina Internacional de Museos que organizan o se organizara con su consentimiento la evacuación fuera de España de las obras de arte.

La Oficinal Internacional de Museos dependía de la Sociedad de Naciones. Y como Francia ya no estaba al lado de la República -reconoció el gobierno de Franco el 25 de febrero de 1939- era complicado que dieran su consentimiento.Francia dudaba de la legitimidad de los representantes e interlocutores españoles destacados por el gobierno de la República española.

Con lo cual se tuvo que utilizar un plan B. Pocos días antes de la negativa se había constituido un organismo independiente y sin vinculaciones con el gobierno republicano. El responsable de aquella iniciativa era José María Sert. Gracias a sus múltiples contactos consiguió crear un comité internacional para salvar el patrimonio depositado en el Castillo de San Fernando de Figueras, en Gerona.

En aquel proyecto también estaba involucrado Joseph Avenol, secretario general de la Sociedad de Naciones. La idea era que las museos y las instituciones culturales de los países democráticos formaran un comité al margen de las instituciones oficiales de sus países. Entre el 23 al 29 de enero de 1939 se constituyó en París el Comité International pour la Sauvegarde des Trésors d’Art Espagnols. A título personal las personas que formaban parte del comité tenían la intención de salvar el patrimonio artístico español. Entre los miembros de ese Comité había representantes del Patronato de Museos Nacionales franceses, de la National Gallery, de la Tate Gallery de Londres, del Museo Metropolitano de Arte, y de museos belgas, holandeses y suizos.

El coste de evacuación era muy alto. No había fuentes de financiación. Por eso recorrieron al dinero directo. Es decir, los miembros del comité aportaron dinero para que se pudiera llevar a cabo el traslado desde Figueras a Ginebra. A título personal el Museo del Louvre ofreció dinero al comité. Viendo que la situación era compleja y que la guerra avanzaba en Cataluña, se creó una comisión formada por Joacques Jaujard, Albert Henraux, Pierre Schommer, Edmond Hue y Neil MacLaren. Todos ellos viajaron a España y pactaron con el gobierno de la República que les permitieran llevarse los cuadros.

En aquella reunión también estuvo José María Sert, pero como oyente. Ninguno de ellos era político y su única intención era salvaguardar dicho patrimonio. Su misión era salvar, de una posible destrucción, todo aquel patrimonio artístico de la humanidad. Aunque directamente Sert no intervino, para no levantar suspicacias, lo que si acordó con el gobierno de la Republica es que, en el caso que el transporte se viera suspendido, estos asegurarían la custodia de los depósitos hasta su entrega a las tropas franquistas para evitar el pillaje o su destrucción. Paralelamente el conde de Jordana recibió una informe sobre el pacto de Sert con el gobierno. Con lo cual ambos bandos conocían perfectamente todo lo que se iba a realizar con el Patrimonio artístico español.

La elección de Sert como interlocutor era evidente. José María Sert, afincado en París desde hace años, hizo gestiones al máximo nivel, consiguiendo in extremis poner a resguardo un legado único. Llevaba años trabajando en ello, gracias a sus excelentes oficios consiguió la movilización internacional para poner a salvo la primera pinacoteca del mundo,.

Las obras fueron trasladadas en tres, pues la Legión Condor bombardeó Figueras la primera semana de febrero de 1939. El 13 de febrero llegaron todas las obras a Ginebra. En total 572 cajas. Allí había 45 Velázquez, 138 Goyas y 43 Grecos. También había los tapices de la colección real, 361 cuadros y 184 dibujos del Museo del Prado, 52 obras del Museo de Arte Moderno, 31 del Palacio Nacional, 16 de la Academia de San Fernando, 15 de El Escorial, 345 de colecciones privadas e iglesias madrileñas, otras procedentes de Cuenca, Aragón, Segorbe. Y el Tesoro del Delfín, el de los Quimbayas y el tesoro de la Catedral de Cuenca.

Cuando terminó la guerra civil José María Sert reclamó a los dignatarios de la Sociedad de Naciones que se devolviera todo el Patrimonio artístico al Museo del Prado. Antes de ser devuelto se decidió hacer una exposición en Ginebra. Fue un gran éxito, pues la visitaron 400.000 personas.

El retorno tenía la oposición de Timoteo Pérez Rubio, antiguo subdirector del Museo de Arte Moderno de Madrid, que había ayudado en el traslado y que no se separó de las piezas estando en Ginebra. Al posicionarse en el bando republicano no podía volver a España y su opinión contaba bien poco. A finales de marzo de 1939 el marqués de Aycinena, Pedro Muguruza y Fernando Álvarez de Sotomayor, por orden de Franco, viajaron a Ginebra para hacerse cargo de aquel Patrimonio artístico y sustituir a Eugenio d’Ors y José Mª Sert, que hasta ese momento fueron los delegados del Gobierno de Burgos en ese asunto.

El regreso fue dificultoso. Había estallado la II Guerra Mundial. Las obras salieron de Ginebra, por la noche, el 6 de septiembre de 1939. Recorrieron Francia con las luces apagadas para evitar bombardeos. Las obras llegaron, el 9 de septiembre de 1939, a Madrid.

En 1940, Sert conseguía además lo improbable, después de prolijas negociaciones con el gobierno de Vichy, retornaban a España, la «Dama de Elche», el «Tesoro de Guarrazar» y la «Inmaculada Concepción» de Murillo. Gracias, de nuevo, a los gestiones y prestigio internacional de José María Sert podemos admirar hoy esas obras emblemáticas en el Museo Arqueológico Nacional y en el Prado.

El principal motivo para que los españoles nos hayamos olvidado de su figura es como siempre, ideológica y política. Se consideran sus simpatías políticas, materializadas en un acercamiento al régimen de Franco, una apreciación política y revisionista totalmente injustificada. El pintor era sin duda un burgués, con ideas conservadoras y fuertes convicciones católicas, pero demostró toda su vida ser un liberal en lo político, lo habitual en una figura cosmopolita como la suya.

Ni se significó contra la República, para la que se desempeñó como agregado cultural de su legación en París; ni apoyó el levantamiento militar. Solo la destrucción de la gran obra de toda su vida, la decoración de la Catedral de Vic, quemada por las turbas y destruida por completo durante los disturbios de 1936, provocó que se pusiera finalmente hacia el gobierno de Burgos.

César Alcalá es periodista e historiador. Ha publicado diversos titulos sobre la retaguardia durante guerra civil española.

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