Esta condena no deja de ser una advertencia seria para futuros infractores aficionados.
REDACCIÓN.- El pasado 6 de junio Jim Fiiton un geólogo inglés jubilado de 66 años fue condenado en Irak a una pena de 15 años de prisión por expolio y contrabando arqueológico.
Los hechos ocurrieron el pasado mes de marzo cuando Fiiton, regresaba a su casa después de haber disfrutado de un viaje organizado a Eridu, un sitio arqueológico sumerio que data del 5400 a.C. Fiiton fue arrestado en el aeropuerto de Bagdad cuando los aduaneros descubrieron en su equipaje pequeños restos de cerámica que podrían tener hasta 200 años. Fiiton declaró que los propios guías le dijeron que los fragmentos que recogido y que no valían nada y no tenían ningún valor cultural o económico, animándole incluso a cogerlos.
Leila Fiiton, la hija del condenado, suplicó por su padre al Foreign Office del gobierno británico. Paralelamente se promovió en las redes una recogida de firmas y ya ha recogido más 350.000 “Para un hombre de la edad de Jim, 15 años en una prisión iraquí es una sentencia de muerte” declaró la hija.
Ciertamente la noticia era espeluznante y por supuesto un aviso para despistados. El pobre hombre no sobreviviría en una prisión iraquí (¿quién lo haría?) y desde luego que los iraquís no se andan con chiquitas y por ello, desde esta redacción, se ha esperado un tiempo prudencial para ver las consecuencias de aquella resolución judicial.
Está claro que los tribunales iraquís se han dado cuenta de lo desproporcionado de la sentencia. Tal vez presionados por el Foreing Office inglés y ante la perspectiva de la muerte de un pobre jubilado en sus prisiones o tal vez asustados ante la posibilidad de que la comunidad arqueológica internacional y el turismo arqueológico- patrimonial (que tan buenos réditos le supone) reaccionasen en contra de sentencias tan absurdas contra un indefenso infelíz, en vez de actuar contra las poderosas redes de expolio y contrabando que operan en ese país.