Editorial

Las Exposiciones Inmersivas. Mejor con LSD, creánme...

EDITORIAL

Martes 05 de marzo de 2024

No somos nadie para decir que es bueno o que es malo en esto de las exposiciones, a menos que se traten, claro de exposiciones montadas con falsos o directamente sean un fraude institucional.

Como expliqué hace unos días, esto de la semántica creativa lo es todo en la cultura. Ya se ha demostrado que el discurso gafapasta es sólo para iniciados remunerados y también ha tocado fondo por lo farragoso e insustancial y el convencional, no interesa a nadie porque es demasiado tradicional y normalmente supera los 150 caracteres.

Pero como decía aquel ¡”La función continúa en el mayor espectáculo del mundo!". Está claro que el concepto museo ha cambiado en sólo tres años: Empezó con el COVID y ya la gente lo toma por sistema para evitar colas. Continuó con la subida de precios de entrada que se han puesto por las nubes. Luego el riesgo que unos Ecoidiotas te rocíen la cara con spray o te pongan perdido de sopa y para finalizar, no saber si debes admirar o no una escultura africana fruto de una operación militar punitiva.

A esto añádase que la incultura woke nos hace dudar de nuestra propia historia y los museos hay que entenderlos en su contexto histórico y para finalizar que los papás de hoy que están en la cuarentena ni tienen paciencia, tiempo ni interés en enseñar a sus hijos cosas que se pueden ver desde un sofá de IKEA descalzos con una tablet. Como además el cuadro de Velazquez es estático y no hace carantoñas, el niño se aburre.

Es posible que la mística del museo convencional esté llegando a su fin o en un futuro cercano acabe siendo un suplemento del pack hotelero para el turista. Con esto no digo que el turista sea más aficionado a los museos (que lo es) sino que como normalmente se aburre en el museo, al menos se está fresquito y se puede comprar una camiseta de la Venus de Botticelli a 50€.

Antes de continuar, decirles que visitar un museo es igual de lícito y normal que ver un torneo de Curling, participar en una minimaraton con el perrito, dar de comer a los peces o simplemente hacer Paping, es decir tocarse el papo.

Para paliar esta desidia generacional por los museos a algún genio se le ocurrió digitalizar las colecciones, lo que afortunadamente sirve al menos para que estudiantes de humanidades y de historia del arte puedan pillar o piratear por la puta cara e incluirlas en sus tesis doctorales, sin visitar el museo. Yo conozco a varios graduados de historia del arte , masters y ¡hasta un ministro de Cultura!, que no han visitado un museo en su vida y les aseguro que pueden sobrevivir perfectamente sin ello.

Digitalizando hemos hecho el museo más cercano. Pero si lo tenemos en casa, ¿para que hacer colas y pagar la entrada? ¡Ay, cabecitas locas…!.

Como decía antes, la semántica lo es todo. Antes hacías cosas, hoy puedes hacer lo mismo pero tienes que “garantizarlo” con términos que si bien no significan nada para una persona normal, para un imbécil son su razón de ser: EXPERIENCIA, SENSACIONES e INMERSIVO . Si antes comías en un tres estrellas hoy es la Experiencia Culinaria, Si antes viajabas a Viena ahora es la Sensación Viajera y así suma y sigue hasta el aburrimiento. Como son expresiones creadas por blogeras ignorantes, cuajarán.

Y aquí es cuando pasamos al rizado del rizo del pubis y nos inventamos las EXPOSICIONES INMERSIVAS. Se trata de una fusión entre tecnología, narrativa y creatividad que transporta a los visitantes a experimentar (¡alerta!) nuevos mundos. Estas exposiciones no se limitan a contemplar obras de arte o leer sobre la historia, sino que nos invita a adentrarnos en el propio lienzo, a caminar a través del tiempo y a experimentar nuestro mundo de una manera innovadora.

Las hay hasta con olores y si pagas más, te dan un tripi y ya no te cuento, (como es el caso de la de Van Gogh) y por su puesto costosa. In situ, las entrada a las expos inmersivas no baja de los 30 €/Pax y desconfíe de las ofertas Low Costs porque puede que la inmersión, sea sólo con un tío vestido de Picasso en con una escoba repartiendo leña plan el Tren de La Bruja.

Las Exposiciones Inmersivas, no son más que una atracción turístico- artística, aunque creo que realmente se rentabilizaría mejor en Disney Paris o Port Aventura, porque al menos ya tienes al publico cautivo, nunca mejor dicho. Te sacuden en el Dragón Kan y te metes en “Eclipses de Sol según Edvard Munch”.

Para mi la primera Exposición Inmersiva fue Woodstock, allí que se sumergieron en LSD de verdad…Aunque ya en 1964 en Mary Poppins se proponía un viaje inmersivo a los dibujos pintados en suelo por Bert el deshollinador, pero como la van a prohibir quédense con otro film lisérgico como Yellow Submarine (1969).

Hay quien dice que esto de las exposiciones inmersivas son una frivolidad como hay quien dice que el titulo del cuadro de Velazquez el Enano Calabacillas, es ofensivo y otro capullo censura Mary Poppins porque se emplea Hotentote, que es como se llamaba familiarmente a los negros sudafricanos y es discriminatorio.

Tal vez algún día nos arrepintamos de mezclar demasiado Cultura y/o Arte con Turismo, tal vez sea el futuro un todo vale con tal de no explicar las cosas o adocenar a nuestros chavales en una sociedad de ignorantes ávidos de Experiencias y Sensaciones.

Quizás soy demasiado mayor y la liturgia casi mística de la visita museística para entender el contenido o el discurso expositivo de un museo es cosa de snobs como yo. Tampoco me angustia demasiado, porque no tengo hijos para ver como se echan a perder. Me siento un privilegiado

Tal vez un museo ya no ofrece imágenes que impactan, seducen o emocionan como hacían antes porque ya es irremediable, irreparable e irrevocable la sobreexposición de imágenes en móviles y Ipads y nuestro cerebro ha dicho “basta, y esto es lo que hay”.

Yo no digo nada. A mi todo me parece bien, porque si no quiero ver un programa de la tele todavía tengo el poder sobre el mando y cambio de canal. No se si me entienden…

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