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EDITORIAL

INTRAEXPOLIO CELTIBÉRICO

A lo largo de los años y durante generaciones hemos sido nosotros mismos, quienes hemos causado más daños a nuestro patrimonio artístico.

domingo 25 de septiembre de 2022, 17:41h
El Expolio supone principalmente el robo violento o forzado de un bien y por otro lado la perdida de un recurso patrimonial que forma parte de la historia de una sociedad o un país. Es un término que se ha impuesto y aceptado como un genérico y especialmente empleado en el ámbito cultural y artístico y que finalmente significa lo mismo: Robar y saquear.
Empleando Expolio hemos creado un “cajon de sastre” para estos delitos. El robo y saqueo que se produce a los recursos artísticos históricos y culturales de un país y cuya propiedad son todos los ciudadanos de ese país: El Expolio Arqueológico, el Expolio Submarino y recientemente y por circunstancias puramente políticas el Expolio Colonial. El termino expolio parece haber dado solución al debate Saqueo vs. Botín de Guerra, dejando claro que el perdedor siempre expolió y al vencedor se le compensó. Una cuestión política como se ve.
Aunque sí metemos la política en el asunto ¿Nos podríamos encontrar ante lo que yo denomino el Intraexpolio? Es decir el expolio, saqueo y a veces la destrucción del patrimonio artístico organizado y perpetrado por el propio régimen de un país hacia sus propios ciudadanos y patrimonio artístico. El expolio más vergonzoso y vergonzante.
El Intraexpolio ha proliferado históricamente en países con una clara tradición de guerras civiles y regimenes obsesionados en la abolición absoluta de cualquier vestigio político, histórico social o racial anterior. Hagan memoria. El siglo XX está trufado de Intraexpolios. Algunos conocidos, otros no tanto o simplemente silenciados: URSS, México, España, Alemania, Austria, China, Indochina, Cuba y otros que me dejo, seguro.
El Intraexpolio ha sido fruto del revanchismo, ignorancia, envidia, codicia, miedo, la paranoia partidista colectiva y la justificación política. El Intraexpolio como la Intrahistoria tiene dos facetas: Lo que es y lo que esconde. Las historias que hay detrás: Las ignoradas, las desconocidas, las silenciadas pero no por ello menos ciertas.
El caso de España el Intraexpolio ha sido especialmente sangrante y continuado generando un daño irreparable en cuestiones tan sensibles como: Autoria, catalogación y trazabilidad, ubicación, perdida o simplemente destrucción de bienes históricos, artísticos y culturales. En 131 años España desde 1808 vivió: La Guerra de Independencia (que ya fue una guerra civil en sí misma), tres guerras Carlistas, cuatro desamortizaciones, perdidas de provincias especialmente ricas culturalmente (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y la Guerra Civil de 1936 al 39. A esto habría que añadir las revueltas revolucionarias en 1909, 1919 y 1934 que también provocaron una importante destrucción y perdida del Patrimonio Histórico Cultural español y muy especialmente el religioso. La restitución de esos bienes se hace muy difícil. Probablemente la devolución más factible sería la relativa a la de la Guerra Civil ya que al menos fue parcialmente inventariada. Si bien es de justicia la restitución de los bienes a los afectados y descendientes también sería justo la reclamación de responsabilidades políticas a aquellos que destruyeron un patrimonio artístico que era, es y sería de todos los españoles.
Mal asunto éste del Intraexpolio celtibérico. La política lo emponzoña todo y prevalece sobre la justicia. Los gobiernos españoles han sido especialmente esquivos y temerosos (o si prefiere cobardes) a enfrentarse con su pasado. Los gobernantes dispusieron de los tesoros de los españoles como si fuera suyo: Fernando VII, Mendizabal, Espartero, Largo Caballero y Negrín, Tarradellas o Franco. Todos repartieron entre colegas y partidarios. Tesoros que se han perdido irremediablemente en su gran mayoría ya sea por desidia administrativa, ignorancia burocrática o codicia personal o partidista.
Tal vez sea cuestión que esta restitución del Intraexpolio se hiciera con y por parte de los técnicos, sin influencias ni apasionamientos ideológicos ni dirección política, aunque ¿Cuándo el Patrimonio Artístico y cultura en general en España se ha gestionado por expertos y no por políticos?
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