La 27ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) se llevó a cabo en Sharm el-Sheij, Egipto, en un controvertido escenario contaminante y contaminado.
REDACCIÓN.- En la última Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) celebrada en Sharm el-Sheij, Egipto, en noviembre pasado, uno de los paneles más esperados fue sin duda la cuestión de las agresiones y ataques que en nombre del medioambiente y cambio climáticos se ha llevado a cabo en países europeos que se han perpetrado desde finales de mayo hasta noviembre.
En este sentido el Consejo Internacional de Museos (ICOM), presentó varias declaraciones con inócuo comunicado final, que no ofrecían soluciones prácticas o resoluciones conjuntas para enfrentarse a esta situación y que según declaraciones de algún grupo radical es más que probable, no ya que continúen, sino que se agraven a ataques y destrucción directa de importantes o emblemáticas obras de arte.
¿Qué el ICOM “Desea reconocer y compartir tanto las preocupaciones expresadas por los museos con respecto a la seguridad de las colecciones como las preocupaciones de los activistas climáticos ante una catástrofe ambiental que amenaza la vida en la Tierra” ? Está muy bien. Todos estamos preocupados porque países como Estados Unidos, China, Rusia o la India no cumplan los acuerdo de Kioto.
Que el ICOM recuerde “El papel de los museos como actores clave para iniciar y apoyar la acción climática con sus comunidades y elogia su compromiso con esta misión demostrado a través de programas educativos, exposiciones dedicadas, divulgación comunitaria e investigación”, no sólo es elogiable sino necesario por el papel científico, educativo y divulgativo de las instituciones.
Que el Consejo Internacional de Museos se sume a la preocupación por la problemática medioambiental no debería ser algo excepcional o una novedad, sino lo más coherente como organismo internacional, pero más allá de comunicados y declaraciones, se echa de menos una condena firme a estos ataques pasados y previsiblemente futuros.
No obstante cabría preguntarse cual ha sido la respuesta de los grupos medioambientales radicales ante esta declaración de buenas intenciones por parte de los museos. Es más ¿Estaban presentes en este panel del ICOM?. Desde luego ningún medio ha destacado su participación ¿Han manifestado acaso alguna disculpa o asumir los costes de restauración de los daños causados siquiera?. Estas cuestiones retóricas deberían servir para comprender la indefensión, temor e impotencia que sienten los museos ante las actuaciones radicales de estos grupos.
Tampoco se hace mención en este comunicado a las reclamaciones y exigencias o recomendaciones desde ICOM a las autoridades, medidas cautelares o legislativas mientras esta amenaza continúe, circunstancia cuanto menos extraña ya que los museos no son únicamente Cajas Blancas o lugares de simple exposición o encuentro, sino espacios públicos y depositarios de obras de arte maestras y que forman parte del patrimonio mundial de todos, donde la seguridad debe estar garantizada en ambos aspectos. En este sentido creemos que se ha perdido una importante oportunidad para exigir la normalidad y el respeto para los visitantes y las obras de arte.
En algo si han coincidido los medios respecto a este Cop27es que precisamente no ha sido el mejor escaparate de la Sostenibilidad e imagen esperada por los anfitriones egipcios: Visitantes y ponentes llegaban en aviones privados, el aire acondicionado hiperactivo y ruidoso que ha convertido los espacios de negociación en cámaras frigoríficas y a pesar de que el lugar estaba salpicado de contenedores para reciclar papel, latas y plástico, todas las bebidas que se vendían era en botellas de vidrio…