A semejanza de los nazis, los rusos están creando un pasado mítico con este pueblo nómada euroasiático que ocupó Escitia en las regiones de Rusia, Ucrania y Asia Central desde siglo IX hasta el siglo III a.C.
REDACCIÓN. Cuando Pecados del Arte inicio su andadura en junio pasado, una de las primeras noticias relacionadas con el expolio fueron las que proporcionaba la actualidad. En aquel entonces la revista se hizo eco de los rumores cada vez más importantes que apuntaban al expolio que estaban realizando las tropas rusas junto con colaboracionistas en colecciones privadas y los museos de la región de Melitopol en la región de Zaporiyia a finales de febrero de 2022.
Cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, la directora del Museo de Historia Local en Melitopol, Leila Ibrahimova, ordenóque se ocultara la colección arquelógica de oro escita. Unas semanas después fue capturada e interrogada por tropas rusas para saber dónde estaban las piezas. La directora del museo se negó a cooperar. Posteriormente, la conservadora del museo Galina Andriivna Kucher sufrió peor destino. También se negó a informar de la colección. Posteriormente, Kucher fue secuestrada en su casa el 30 de abril y se desconoce su paradero.
Finalmente las tropas rusas encontraron el tesoro en una caja en el sótano del museo. El botín estaba formado por menos 198 adornos de oro en forma de flores, placas de oro, así como armas antiguas, monedas de plata de 300 años y medallas especiales. El periodo dorado de la orfebrería escita fue del siglo VII al VI a.C.
Los artículos fueron llevados a Donetsk en la región de Donbas controlada por Rusia, por "seguridad", y el nuevo director del museo impuesto por los rusos, Evgeny Gorlachev, quien afirmó que los objetos de oro tenían “un gran valor cultural para toda la antigua Unión Soviética”. Esas palabras, cuidadosamente elegidas, tenían como objetivo borrar el concepto de patrimonio ucraniano de la colección y sugerír que Ucrania volvía a formar parte de la esfera de influencia y control de Rusia.
Ya en 2014, los rusos pretendieron apoderarse del oro escita procedente de Ucrania. Fue en Amsterdam después de que varios museos ucranianos de la región de Crimea prestasen sus piezas de oro escita al Museo Allard Pierson para una exposición. Fue la Federación Rusa quien exigió los objetos arqueológicos escitas a raíz de su anexión de Crimea en 2014.
Los holandeses se negaron a esta petición y los objetos escitas están retenidos allí por orden Judicial, decisión que provocó que un disparatado ucraniano pro ruso, Sergei Shuvainikov hasta exigiera incluso una operación de comandos para recuperar los objetos por la fuerza.
¿Por qué el interés de los rusos por el oro escita? El historiador y conservador Konstantin Akinsha explica en THE ART NEWSPAPER como Putín podría argumentar y justificar el oro escita de Ucrania resumido dos aspectos: Primero, todo lo relacionado con Crimea debe ser defendido ferozmente como propiedad rusa inalienable. En segundo lugar, algunos de los ideólogos de Putin han decidido que los rusos contemporáneos son los sucesores de los antiguos escitas.
Las pretensiones “meta escíticas” rusas se remontan al siglo XVIII. Entonces, Catalina la Grande ya trató de establecer las raíces del pueblo ruso y pensó que los escitas podrían ser los antepasados de las tribus eslavas.
En el siglo XIX en el marco del Romanticismo las fantasías de estos orígenes identitarios se incrementaron, pero no fue hasta principios del XX que en plena efervescencia nacionalista sirvió para que intelectuales soviéticos encontraron en esta leyenda un argumento ideológico racial contra el Occidente decadente.
Los ideólogos de Putin han desempolvado y reutilizado toda esta parafernalia que ya se tenía por superada y olvidada en un gran reciclaje ideológico basado en el deseo de “ser escita”.
Un argumento que se diferencia poco o nada de otras justificaciones raciales y belicistas que provocaron el mayor expolio cultural y artístico conocido.