Editorial

De Falsificadores Mediáticos y otros Cantamañanas

(Foto: ©GDC Ed.).

EDITORIAL

Domingo 12 de febrero de 2023

Mi relación con los espectáculos de magia y los prestidigitadores fue casual hace años. Conocí a unos cuantos; Pocos, muy buenos y muchos unos hábiles cantamañanas que servían para fiestas de Primera Comunión y poco más. Me explicaron el otro lado del "asunto": Como se compran y venden números de magia, royalties, el secretismo del sector, los riesgos y dudas de trabajar en la tele o en un escenario.

Un tipo muy bueno para la tele era el Mago Tamariz. Era un showman. Feo a rabiar, estrafalario en sus modos y histriónico. Eso distraía al público de sus manos. La tele lo adoraba.

Luego recuerdo a otro, un tal Santos y no sé como coño hacía el truco que le dio fama: Cogía una naranja de entre decenas, la cortaba por la mitad y aparecía una cerilla que se encendía. Aquello tenía fullería por supuesto pero nunca le pregunté como lo hacía. Santos solo trabajaba en salas pequeñas. Pero su verdadero truco creo que era ese. Hacer creer que su truco era exclusivo con mimo y delicadeza y por eso reprimí mi curiosidad y me iba felizmente engañado a casa.

Algo así me pasa con los falsificadores de arte; Hay Falsificadores de Arte y hay Falsificadores Cantamañanas.

Los Falsificadores Cantamañanas son un invento mediático: Es el criminal-genio que sólo engaña a los codiciosos imbéciles y que se mueve en un mundo misterioso y que por su genialidad para estafar a los poderosos debe ser perdonado. Los presentan como antisistemas del arte para entendernos.

El Cantamañanas es un Full: Exagera (Soy el falsificador más grande del mundo). miente (mis obras están en los mejores museos del mundo). Encima es malo (sin estilo propio) y un tonto y torpe al que engañan sus socios y un finalmente un pringao que termina en la trena y todo el mundo y se queda sin un duro-euro . Sólo se “atreven” con el codicioso, ignorante y arrogante. A los museos, hoy desde luego no.

El primer Cantamañanas en la España de los 70, fue un húngaro peripatético que tuvo la inmensa suerte de ser entrevistado en dos programas serios de entonces. Llega a ser en los 90 y Sardá y Pepe Navarro lo hubiesen incorporado a su circo de freakis. Tuvo película y libro y hasta alguna galería de entonces vendió su obra como la de un artista redimido. Sólo compraron los mitómanos.

Estas semanas vuelve a escena otro Cantamañanas con documental en los Goya y todo, y que ha quedado el 4º de 5. Ningún comité experto tiene noticia de los falsos que proclama y Lo que he visto de él, es hasta previsible y vulgar. Me dicen que su obra original se está vendiendo mucho desde que salió por primera vez en los medios. Otro pufo del que no hay datos, pero que podría ser. Hay mucho memo…

La obra de los Cantañanas no tiene futuro. Sólo la compran coleccionistas fetichistas que han oído hablar de ellos. Sirve para eso, como una curiosidad puntual que dudo interese a futuras generaciones porque su fama es efímera y mediática y los jóvenes sólo leen Whatsaps y Netflix cuando hay dinero.

En mi ranking personal y profesional distingo al Maestro Falsificador y luego están los Falsificadores Poetas también con mayúscula, entre los resplandecen con luz propia Henricus Antonius van Meegeren, más conocido como Han van Meegeren, y el otro que es un ejemplo para las futuras generaciones: Wolfgan Beltracchi. Después éstos dos, los que yo llamo Los Ingleses.

El Maestro Falsificador, es anónimo, no lo han pillado nunca, sigue pintando y su obra y será eterna como la de los Grandes Maestros. Es la que está en los museos. Se sabe que uno de ellos, es el chino que pintó para José Carlos Bergantiños y su galería. Pillaron al gallego por codicioso, pero el chino se “diluyo” en el China Town de Manhatann y vete tú a buscarlo…

En el segundo grupo destaca Van Meegeren que sinó fuera un hereje hugonote debería subir a los altares como santo patrón de los falsificadores. Debería ser considerado el primer mártir de la falsificación. Murió en 1947 de un infarto dando fe de sus falsificaciones de Vermeer y el Juzgado no le creyó.

Beltracchi es el otro. Hizo 300 obras, nada de fantasías, y ganó 200 millones de dólares pagando una multa de 35 millones de euros. ¡Con un par, sí señor!. Su equipo era familiar: Esposa, hermana y vendedor. No fallaron nunca. Lo pillaron por un error consciente: Puso blanco de zinc en vez de blanco de titanio porque se le acabó. Parece ahora tiene intención en meterse en esto de las NFT ¡Genio y figura hasta la sepultura!...

De los Ingleses, poco que decir. Fueron muy prolíficos en los años 60 y 70 coincidiendo con el boom de las grandes salas de subastas. No sé si me entienden…

En mi opinión, sólo dos de los muchos falsarios merecen ser recordados por sus nombres. El resto son carnaza de serie. Cuando finalmente a los Cantamañanas se les condena por estafa, no se les puede considerar Artistas. Son unos simples chorizos.

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