Ya lo advertía hace unas semanas. Me los conozco bien de Mallorca que es un escenario muy interesante para poder relacionarte con ellos de manera compacta y sustancial como expresaría Josep Plá.
Un inglés a solas se adapta a las circunstancias. Prueba la sobrasada aunque nunca los caracoles. Tres, ya se traen el té y las pastas desde el Reino Unido porque desconfían de las locales y diez montan una colonia con club de campo y concurso de orquídeas incluido. Como les dejes, al poco te organizan una liga de cricket y se quejan por no poder conducir por la izquierda. Con los años inauguran tres logias masónicas y en el Country Club sólo se contratará a personal hindú para servirles el Gintonic que siguen bebiendo para evitar la malaria fuera de la Isla. Reconoces que estás en un asentamiento inglés por la exhuberancia de las buganvillas. Son así. Forman parte de la antropología insular y no cambiarán afortunadamente. Tal vez por eso no perdieron ni la Primera ni la Segunda guerra y montaron la Commonwealth.
Con esto quiero decir, que si alguien se pensaba que los británicos iban a devolver algo de sus museos es que no los conocen. Los ingleses lanzan la piedra y esconden la mano. Si hace falta serán más modernos que los cursis de los americanos e importarán al Continente sus majaderías y modas, pero no se olvidan de recordar que quien inventó esto del liberalismo se llamaba John Locke.
También hace poco advertía que a los ingleses lo del Brexit les venía que ni pintado. ¡Ya duraron demasiado en la EU, qué coño! Ni ellos mismos se creían estar sentados entre continentales, franceses, alemanes y belgas (para ellos no existe nadie más en Europa) y mucho menos con los Olives (Portugal, Italia, Grecia y España) a los que nos llamaban P.I.G.S.
Si en el asunto de las restituciones de los museos alguien osó pensar que serían modélicos, es que de los ingleses sólo conoce la mermelada de naranja amaga.
“Vamos a establecer los protocolos de devoluciones y restituciones” dijeron magnánimos “…pero atendiéndonos a la Ley, obviamente”. Y aquí, la Ley es con mayúsculas, porque es inglesa. ¡Son cojonudos los ingleses!. De mayor quiero ser como ellos.
Primero la famosa Ley de 1963, por la que de un museo británico no sale un clavo si no lo aprueba el Parlamento. Eso si, pueden prestar sus piezas pero con fecha de devolución, si o si.
Ahora se sacan de la manga de la chaqueta de tweed, en este caso de la Safari Jacket de lino, porque afectan a sus bronces coloniales de Benin, otra Ley. La regularización de los Permisos de Importación gubernamental para cada pieza reclamada.
Stephen Parkinson, Barón Parkinson de Whitley Bay Subsecretario de Estado Parlamentario para las Artes y el Patrimonio, que es un cargo ministerial, ha advertido que los objetos de Benin deben pasar por el mismo procedimiento que cualquier otra obra.
“Es importante que el proceso de exportación se siga correctamente”, dice, refiriéndose a cualquier restitución por parte de museos o propietarios privados del Reino Unido.
Lo que tal vez hayan pasado por alto los devolucionistas es que por esta misma Ley, el Comité de Revisión de Exportación de Obras de Arte, asesor del gobierno que “Sólo se consideraría el aplazamiento siempre que un comprador del Reino Unido no haga una oferta equivalente y evitar de esta manera la repatriación”. Si se aplazara una licencia, para permitir que un comprador del Reino Unido iguale la suma, esto requeriría una valoración del Parlamento.
¿Comprenden ahora la cena de Patronos del British Museum de noviembre pasado?...¡A ver si me entienden, que es muy fácil!
¡Que envidia de país que no necesitan una Constitución para joder al prójimo!