REDACCIÓN. Según informa TVP World el pasado 6 de noviembre, el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de Polonia, anunciaba la restitución de 700 objetos en los últimos años entre pérdidas de guerra y objetos robados indistintamente.
Estas obras de arte recuperadas incluirían el manuscrito de la Biblioteca de la Universidad de Wrocław, robado entre 1964 y 1977, un dibujo robado en 2005 de una colección privada de Varsovia, y ocho antigüedades monedas (siglos XVI-XIX) robadas del Museo de Toruń en 2008-2017.
El ministro de Cultura Piotor Gliński subrayó que “El Estado polaco busca constantemente una enorme cantidad de obras de arte y otros objetos de museo perdidos tanto durante la guerra como en la segunda mitad del siglo XX, ya que como resultado de los saqueos y robos durante el caos de la posguerra, desaparecieron más de 516.000 valiosas obras de arte”.
Pero según la información aportada, de momento sólo se indican obras robadas desde 1977 hasta 2017 y sin datos exactos.
Según especifica el ministro Polonia mantiene la base de datos de pérdidas de guerra, que ya incluye casi 66.000 objetos, así como la 'Lista Nacional de Monumentos Robados o Exportados Ilegalmente al Extranjero' que contiene detalles de unos 12.000 objetos buscados.
Enhorabuena a Polonia, pero más allá de una noticia, este comunicado tiene más tintes de propaganda triunfalista del Ministerio de Cultura del Gobierno polaco, ya que no aporta demasiado, por no decir nada, sobre aspectos fundamentales sobre esta recuperación masiva de objetos artísticos, para comprender el alcance y características de estas recuperaciones.
¿Qué tipo de objetos? ¿Se trata de objetos robados? ¿Cuándo? ¿Se han recuperado a nivel interno o gracias a la colaboración internacional? ¿Los objetos expoliados recuperados proceden del expolio nazi o soviético?.
La opacidad informativa no se corresponde con la solicitud de ayuda y colaboración ciudadana, sobretodo desde un país que ya ha llevado a cabo recuperaciones de obras de arte con un procedimiento hasta dudoso legalmente, como fue la reciente repatriación de dos cuadros del Museo de Pontevedra y que el gobierno polaco se ha apropiado, olvidando que los propietarios originales siguen vivos.