El Robing , acrónimo inventado por mi de robo + marketing, es una estrategia mediática para aparecer en los medios cuando un famoso ya no es noticia. Normalmente el Robing está diseñado por el mismo personaje y el asunto queda en titulares y sin ningún efecto penal, porque nadie ha robado nada.
Cuando digo nada, no me refiero a un objeto propiedad de alguien, con una marca que lo valore o que se haya robado con algún tipo de violencia física contra el dueño del poseedor.
El Gran Banksy, maestro indiscutible del marketing artístico, lo que cada vez lo perfila más como un viejo publicista de la Vieja Guardia, también conocidos como Zorrones porque se las saben todas y tienen claro el principio del nunca es suficiente o la gota malaya para continuar en el candelero. A mi entender como antiguo profesional de la comunicación, Banksy está abusando del argumento emocional victimista. SIEMPRE ROBAN SU OBRA.
Así visto, mantiene entre la opinión pública la idea que su obra es valiosa y por ello objeto de deseo.
El Robing no es una estrategia nueva. Marujita Diaz ya la empleó con sus esmeraldas y la Piquer con su baúl. En el extranjero también hay gran afición a esta estrategia mediático-lastimera con mejor o peor resultado: los zapatos de Imelda Marcos, el robo de los relojes de un personaje mítico, Gunter Sachs y su hijo Riri, y sino recuerdo mal, recientemente los muebles de Kim Kardashian o su sacaleches de Gucci. No recuerdo.
Es indudable que Banksy también emplea el robing para mantenerse en las portadas, aunque en su caso habría que averiguar si se puede considerar robo o no, como indicaba antes.
En primer lugar hay que considerar el objeto: Sus estarcidos callejeros. No tienen firma, por lo que no se sabe si son obra original o no y por tanto no hay un valor que determine si es hurto o robo o si me apuran, si son tan siquiera de Banksy.
También hay que considerar el hecho que se realizan sobre muros de casas y por tanto lo que se llevan es el enlucido externo. Si me apuran y gracias a la técnica del Strappo que se empleó a principio del XX para expoliar pinturas murales en iglesias románicas en el Pirineo, por lo que ni siquiera se harían daños en el revoque.
Cuando se ha robado puertas (teatro Bataclan en Paris), señales de tráfico, contraventanas y muros ruinosos (Reino Unido), o señales urbanas (de nuevo Paris) se considera un acto de vandalismo y en la gran mayoría de los casos no se denuncia, por tanto no hay delito.
En el caso de los muros ruinosos ingleses, los propietarios de las casas, se han quedado con las pinturas y han tirado abajo el resto edificio, antes de que el ayuntamiento lo declare BIC (o lo que sea llamen en Reino Unido) como fue el caso de Lowstof . Pero no todos los ayuntamientos británicos están interesados en la obra de Banksy. En Dover las autoridades tiraron abajo una alusiva a la protesta contra el BREXIT. Es de suponer que intentarán venderlos a un museo o a un nuevo rico para que lo ponga en su jardín en vez de los consabidos enanitos que tanto predicamento tienen allí.
El Zoo de Londres y las autoridades de Kiev han conservado los estarcidos del británico por aquello de que son Banksy (o quien sea que imite al grafitero) ha dejado su huella en la ciudad. En Cisjordania veremos lo que dura el muro y el hotel Walled Off Hotel decorados supuestamente por Banksy que desde luego serían un divertimento para un artillero israelí experimentado y aburrido.
Empieza a ser sospechoso que media hora después de aparecer una obra de Banksy en la calle, aparezcan dos tipos con escalera o mini grúa para llevarse el grafiti, salga en Twitter o Instagram y aquí no pasa nada. ¿Puede que Banksy se robe a si mismo?.
Por mi parte creo que tanto Robing podría formar parte de la manera que tiene Banksy de exhibir su obra en una especie de Happening breve y sin pagar las licencias administrativas correspondientes por montarla en la calle.
Los expertos y críticos empiezan a estar cansados de Banksy y su obra. Parece que el inglés ya no tiene nada más que ofrecer, es repetitivo y sólo interesa a su legión de grupies activistas entusiasmados y excitados por jugar a los jeroglíficos comprometidos y con mensaje con cada nueva reinterpretación de iconos de banco de imágenes de Banksy que aparecen y desaparecen de las calles.
La teoría inicial que se creó sobre la Banksy acerca de que si eran uno o veintiuno, parece tomar de nuevo forma, pero parece que en otro sentido.
Los especialistas de formación clásica, lo llamaríamos Taller. Es decir. Hay una autoría y mucho operario, como indican las noticias relativas a su identidad, llámese Robin Gunningham o Robert Banks., lo que tiraría por tierra la teoría de un grupo subversivo a través del arte.
Desde luego imitadores de Banksy hay muchos, pero tampoco se les puede acusar de falsificación. Pest control Ltd., compañía que gestiona el merchandasing oficial de Banksy ha tenido ya diversos problemas precisamente porque al ser obras anónimas, la justicia no ha considerado cuestiones de plagio.
En Artprice aparecen varios imitadores de Banksy que cotizan: Harry Adams, Hanksy incluso uno que se llama Banksy Hates me (Banksy me odia). Todos emplean la misma temática reivindicativa jeroglífica basada en el estarcido y animalicos, ya sean monetes o raticas.
Contrariamente de los críticos, la obra de Banksy es legitima desde una perspectiva objetiva. La reinterpretación de iconos no me parece una falsedad, si se le da o se emplea para dar un nuevo significado. Es ingeniosa en cuanto a los slogans o su crípticos mensajes jeroglíficos. Los soportes urbanos escogidos son hasta originales. Gustará o no, pero eso depende de su público exclusivamente como es el caso de otros creadores. Sus estrategias de promoción ya sean el Robing o el Happening no varián mucho de la lata de caca de Manzoni
Espero poder enterarme quien es definitivamente Banksy algún día antes de que me canse de escribir sobre él.
Jorge Llopis Planas es Perito Judicial en Arte y Director de Pecados del Arte.