La cosa viene de lejos. De hecho La palabra "graffiti" era originalmente un término técnico para las antiguas inscripciones escritas a mano en las paredes que se grababan en el yeso de las paredes. Más tarde, el término pasó a significar cualquier escritura en una pared.
Sin ir más lejos hay dos interesantes proyectos que estudian este fenómeno al que se le denomina EPIGRAFÍA como son ANCIENTGRAFFITTI o EAGLE NETWORK.
La EPIGRAFÍA es una Disciplina encargada de estudiar las inscripciones, su significado y el soporte sobre el cual han sido realizadas, así como su importancia en la historia.
Pero, sobre todo, la epigrafía se usa como apoyo en investigaciones arqueológicas o filológicas; por ejemplo, como punto de partida para el estudio de la escritura y lenguas antiguas.
Así fue en el caso de uno de los principales descubrimientos de la epigrafía, la Piedra de Rosetta, un fragmento de una antigua estela egipcia de más de un metro de altura y 760 kilos de peso que contiene tres escrituras diferentes: griego antiguo, escritura demótica y jeroglíficos. Comparándolas, el egiptólogo francés Jean-Francois Champollion (1790, Figeac- 1832, París) consiguió descifrar los textos jeroglíficos egipcios y aportar una información valiosa que ha servido para entender mejor la cultura e historia del antiguo Egipto.
Pero claro. Estamos hablando del lado serio y académico del asunto:
- Inscripciones religiosas, que se ofrecen y dedican a las divinidades o dioses; cuando son el resultado de alguna promesa se denominan votivas.
- Jurídicas o legales, que contienen leyes, edictos, decretos o epístolas oficiales.
- Públicas o monumentales que se graban en construcciones de carácter público y oficial, por ejemplo edificios, arcos de triunfo, puentes, templos, etc. expresando con frecuencia sus autores o el motivo y fecha de su construcción.
- Históricas: generalmente conmemoran hechos importantes, como los fastos.
- Honoríficas, dedicadas a honrar la memoria de un personaje distinguido.
- Funerarias o sepulcrales, son epitafios que recuerdan la muerte y señalan el lugar de entierro de alguien.
Luego está el caso de la inscripción espontánea y que son la creación manuscrita del “hombre de la calle” y que también son dignas de interés pues ayudan a entender la sociedad de aquel entonces proporcionando perspectivas sobre la sociedad romana, la economía antigua, la religión, el lenguaje hablado, la alfabetización y las actividades dentro de la ciudad antigua. En este sentido tal vez los más conocidos son los que se realizaron en Pompeya, Herculano, realizados hace más de 2000 años entran en esta categoría, estudio y clasificación académica de la EPIGRAFÍA.
A lo largo de los siglos iglesias y otros templos, palacios, y monumentos de históricos de toda condición han sido blanco del espontáneo, ya fuese ciudadano, visitante o invasor.
El motivo de aquellos grafitis no varían mucho de los actuales Ti Claudio, (Tiberio Claudio), falos, ciervos (por aquello de los cuernos…) y cientos de inscripciones alabando la calidad de las putas del burdel tal o lo mal que se comía en la taberna cual. En definitiva, dejar constancia de su presencia en el lugar.
La costumbre ha continuado durante siglos y probablemente a partir del siglo XVIII y XIX con la costumbre del Grand Tour empezó a considerarse o clasificarse dentro del Grafiti Turístico, es decir dejar constancia de la presencia del visitante.
La cuestión es cuando dejó de ser una cosa y paso a ser considerada otra. ¿Cuando dejó de ser una cuestión de estudio histórico para ser considerado vandalismo?.
Los portales mencionados anteriormente también analizan las inscripciones actuales, aunque posiblemente como una cuestión sociológica que continua vigente. El turista sigue “dejando su huella” como antes.
Es probable que a partir de la reordenación jurídica y clasificación de protección patrimonial en los diferentes países a partir del principios de siglo XX, la inscripción espontánea en los monumentos antiguos se empezó a considerar de mal gusto y no será hasta los años ochenta cuando se empieza a perseguir o si se prefiere, se clasifica como vandalismo.
Obviamente cualquier daño en un monumento artístico debería ser considerando como un acto de vandalismo, más allá de las consideraciones sociológicas sobre una META EFIGRAFÍA. Las restauraciones y labores de conservación de los monumentos y yacimientos históricos han sido y están siendo fundamentales para apreciar la belleza y originalidad de estos sitios, como para que venga un imbécil más a dejar patente su estupidez.
Sin ser yo experto en esto de las EPIGRAFIAS veo que en la red proliferan también secciones en algunas plataformas sociales, muy del gusto de las nuevas generaciones en las que se anima a continuar con la majadería, incluso llegándolo a equiparar al arte urbano (street Art) como Antiquity Now y por supuesto Instagram o X (anterior Twitter) y el inagotable TikTok.
Entramos pues en un terreno difícil, ya que a partir de las posibilidades que ofrecen estas redes, el cretino no solamente vandaliza, sino que además lo convierte en viral su estupidez y la imbecilidad tiene tantos adeptos como estrellas hay el cielo.