La investigación se inició en 2015 destapando una trama de fraude y blanqueo de dinero que implica a importantes y reputados anticuarios franceses de la talla de Laurent Kraemer o Bill Pallot
Por razones de salud y edad, Jean Lupu, el anticuario y falsificador de muebles franceses, ha solicitado el retraso del juicio previsto por fraude comercial y blanqueo de dinero. A sus 93 años, Jean Lupu busca posponer el proceso legal.
Considerado como una de las estrellas de la Biennale des Antiquaires de París, la feria de arte francesa más prestigiosa, su elegante anticuariose encontraba en el Faubourg Saint Honoré, frente al palacio del Elíseo.
Aunque lo que nadie esperaba es que en el taller del sótano bajo de su elegante sala de exposición, supuestamente se estaban transformando los muebles ordinarios en auténticos gabinetes, escritorios y cómodas de los siglos XVII y XVIII. Estos muebles estaban adornados con marquetería, bronce dorado, laca y placas de porcelana.
En 2014, se destapa una estafa monumental cuando Lupu es denunciado por otro anticuario. Posteriormente, en 2015, la OCBC (brigada francesa de fraudes artísticos) acusa a Lupu de fabricar sillas con madera reciclada y sellos falsificados, y de venderlas fraudulentamente a clientes privados. Como resultado de las investigaciones, las autoridades incautan treinta y tres herramientas de estampado con las firmas de ebanistas famosos en la casa de Lupu. Además, los artesanos que trabajaban para él también informan sus sospechas a los investigadores.
Los productos de Lupufueron vendidos, tanto en su galería como en subastas en París, Londres, Zúrich, Ginebra y Nueva York, Entre los clientes más destacados se encontraban Jean-Claude Gandur, un coleccionista suizo, y Teodorin Obiang Nguema, hijo del presidente de Guinea Ecuatorial. Los muebles de Teodorin Obiang Nguema fueron incautados por el departamento de Justicia francés en 2020 debido a su declaración de culpabilidad por malversación de fondos.
Lupu, jubilado y con 93 años de edad, no asistió a la audiencia judicial. Su esposa, Monique, de 92 años, tampoco estuvo presente. Se les imputa la transferencia de más de 6 millones de euros en ganancias ilícitas a cuentas bancarias en Suiza, Panamá y Qatar.
El abogado de Lupu afirmó en la apertura del juicio que su cliente no pudo asistir debido a una repentina deterioración de su salud. Además, mencionó que Monique, esposa de Lupu, estaba demasiado estresada para estar presente. Como resultado, el tribunal ordenó un examen médico para la pareja y decidió posponer la audiencia hasta febrero de 2024, retrasándola en seis días.
El cerebro de la banda era Lupu. Bajo el mismo modus operandi, se creaban las falsificaciones. En la trastienda de la galería, se retocaban muebles sin ningún interés, añadiéndoles detalles y dándoles apariencia para que parecieran obras únicas del citado siglo: unas patas, un tirador, una pátina... Los certificados de autenticidad correspondientes también eran falsos y se entregaban junto con la copia. Lupu, como experto en la materia, tenía autorización para elaborar estos certificados, lo que permitía multiplicar el precio hasta 20 veces. Nadie sospechaba. El comprador se marchaba a su casa pensando que tenía en su posesión una pieza de algún artesano de renombre como Boudin, Riesener, Boulle, Gouthiere, Jacob-Desmalter, Cressent Gaudreaux, Miegeeon y Oeben entre otros.
La estafa, cuyo monto se estima en 12,5 millones de euros, resulta difícil de cuantificar debido a que muchos clientes no han detectado el engaño y no han presentado denuncias. Además, la dificultad radica en rastrear todas las piezas que fueron vendidas durante décadas, ya que muchas de ellas fueron subastadas o revendidas.
Preguntándose lo siguiente, su abogado justificó la actividad del acusado: "A veces reconstituimos una pieza que no es original para salvar un mueble. ¿Cuál es el límite entre la restauración y la falsificación?".