REDACCIÓN. Casi diez años han pasado desde que Bill Pallot, un anticuario de París, sorprendió al mundo del arte al admitir que había falsificado una serie de sillas reales. En 2016 se presentó el caso, en el cual se reveló que 11 sillas y sillones, que se hacían pasar por encargos de familiares de Luis XV y Luis XVI, fueron vendidos por un total de 3,7 millones de euros. Estas piezas fueron adquiridas a través de galerías parisinas y Sotheby's, llegando incluso al Palacio de Versalles y a coleccionistas privados como el príncipe Hamad Al Thani de Qatar y un heredero de la familia Hermès.
Las enormes ganancias, las sociedades offshore en Panamá, las cuentas bancarias suizas, las sumas ocultas en efectivo y los orígenes falsificados fueron revelados por la investigación subsiguiente, que también iluminó el lado oscuro del mercado de muebles antiguos.
En marzo, el perito de la Galerie Didier Aaron, Pallot, se enfrentó un juicio por fraude comercial. Junto a él, el ebanista y restaurador Bruno Desnoues, quien confesó haber creado las falsificaciones. El fiscal pidió una condena de tres años de prisión para Pallot, de los cuales dos serían suspendidos, mientras que para Desnoues solicitó dos años, con uno de suspensión. Además, existe la posibilidad de que ambos sean inhabilitados para ejercer su profesión durante cinco años. Los veredictos se darán a conocer el 11 de junio.

Si los alegatos son aceptados por el tribunal de Pontoise, ubicado cerca de Versalles, ninguno de los acusados, que estuvo cinco meses en prisión preventiva, regresará a la cárcel. El fiscal ha solicitado sanciones económicas severas: 300.000 euros para Pallot y 100.000 euros para Desnoues, además de la confiscación de 200.000 euros en efectivo hallados en la caja fuerte de su banco. Pallot también enfrenta el riesgo de perder su apartamento en la avenida Marceau de París, cuyo valor supera los 1,5 millones de euros. Para hacer frente a un ajuste fiscal de 1,8 millones de euros, ya ha tenido que subastar alrededor de 900 objetos de su variada colección.
La prestigiosa Galerie Kraemer se enfrenta a la multa más alta, que asciende a 700.000 €, debido a la venta de cuatro asientos falsos. En una transacción, un par de sillas fue vendido al príncipe Al Thani por 2 millones de euros, aunque la galería las había adquirido por solo 200.000; el coleccionista recibió un reembolso en esta operación. Estas sillas, supuestamente encargadas por la reina María Antonieta, habían sido clasificadas como «tesoro nacional» por el Estado francés a solicitud del Palacio de Versalles, que había considerado su compra. Por su parte, el fiscal ha solicitado un año de prisión condicional para Laurent Kraemer, argumentando «negligencia» en su peritaje y falsificación de procedencias.

Acusado en otro caso relacionado con una serie de muebles Luis XIV que supuestamente son falsificados, Kraemer expresó su firme creencia en la autenticidad de los asientos comercializados por su empresa. Su abogado, afirmó: «Es víctima del fraude, no cómplice», subrayando que nunca tuvo contacto directo con los falsificadores, quienes operaban a través de un intermediario llamado Guillaume Dillée. Este último, amigo cercano de Pallot, se ha refugiado en Australia y no fue convocado a juicio, al igual que Patrick Leperlier, el experto de Sotheby's.
El descubrimiento de la estafa tuvo lugar cuando un repartidor fue detenido después de que las autoridades revelaran su inversión superior a un millón de euros en propiedades en Francia y Portugal. Al ser interrogado sobre sus ingresos ocultos, Desnoues admitió haber llevado a cabo las falsificaciones y se identificó como el intermediario del repartidor.
El principal especialista mundial en sillones reales era Pallot, quien se encargaba del mobiliario antiguo en la Galería Didier Aaron. Además, fue un profesor destacado en la École du Louvre y la Sorbona, reconocido como un erudito al que los conservadores consultaban cuando tenían dudas sobre algún sillón real. «Yo era el director y Desnoues los jefes», afirmó ante la corte. Por su parte, Desnoues se destacó como el restaurador principal de muebles en Versalles y recibió la invitación para realizar una copia de la cama de Luis XVI destinada a los aposentos reales.
Ante el tribunal, Pallot reveló que la estafa que llevó a cabo comenzó en 2007 como una simple broma, un reto para comprobar si podían engañar a los más destacados expertos. "Fue pan comido.Todo era falso, menos el dinero" afirmó. Aseguró que, dado que la venta de asientos se realizó principalmente a través de su intermediario, nunca tuvo la intención de defraudar al palacio de Versalles. No obstante, la abogada del palacio, lo acusó de haber "engañado al palacio fabricando asientos que no existían en los aposentos reales".
