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MUSEOS Y NIÑOS

domingo 11 de mayo de 2025, 10:00h

El museo no ha dejado de ser la institución científica y conservacionista en su evolución a espacio cultural y lúdico. La solemnidad decimonónica de templo del saber ha dado paso afortunadamente, al espacio del conocimiento y el intercambio. La cercanía de las artes y de las ciencias a todos los públicos es innegable y el esfuerzo de adaptación de las instituciones más clásicas a esta realidad ha sido encomiable, así como el rediseño de nuevos espacios museísticos creados con este fin.

La Experiencia Museística, como la denominamos actualmente ha conseguido igualmente convertir al museo en un espacio familiar, alejándolo de la aburrida experiencia académica del pasado en la que los más jóvenes acudían únicamente como actividad escolar. Muchos jóvenes de entonces no han vuelto jamás a un museo. Lo crean o no.

Transformar un espacio museístico en un espacio lúdico puede tener no obstante sus riesgos. Entender la Experiencia Museística como un parque donde los más pequeños pueden andar sueltos compartiendo los espacios de los adultos es un error, sobretodo por parte de padres complacientes que creen o consideran que los niños pueden hacer lo que les de la gana por el simple hecho de ser niños. Esta conducta indulgente es propia fundamentalmente de nuestra sociedad occidental actual que adolece o ha perdido la dimensión del concepto libertad, hasta su confusión.

Hoy los museos cuentan con ludotecas, que no son otra cosa que guarderías, para que la Experiencia para los adultos en el museo sea más tranquila. También para el resto de visitantes que no tienen la culpa de que el niño actúe como lo que es y como vemos algunas veces para las valiosas piezas que el museo exhibe.

El niño pequeño hasta los 5 o 6 años, en su gran mayoría sigue siendo inquieto y es absurdo pretender esperar un comportamiento igual que el adulto. A veces me pregunto que necesidad hay de forzar de aburrimiento de un crío , que como la gran mayoría están sobre estimulados.

Algunos padres todavía piensan que el entorno debe ser complaciente. El niño es el protagonista y puede hacer lo que le de la gana sin ningún tipo de cortapisa. Eso es inaceptable, aunque el niño hubiese sido incluso domado por institutrices prusianas de las de antes, y si no puede controlarlo, mejor dejarlo en casa o en la ludotecas del museo para que juegue con otros niños y se intoxique con los .

Hace unas semanas el arañazo de un niño a un cuadro de Rothko en el Museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam nos debería recordar lo delicado del espacio museístico. Se trata de una obra de los años 60’s de 50 millones de euros que no estaba protegida y cuyos materiales son muy delicados.

¿Ha sido el único percance? No. El pasado septiembre, otro niño escapaba del control paterno y derribaba un ánfora de 3.500 años en el museo Arqueológico de Haifa.

Pongo estos dos ejemplos. Gracias a Dios no es habitual y casí entran en la categoría de anécdota, pero ¿Cuántos más han habido y no se han comunicado?. Hace unos meses, delante mío, un crío chocó el carrito jugando, contra una vitrina Luis XV de cristal y ebanistería de Jean-Henri Riesener, en un museo local francés, por poner un ejemplo. Calculo que la vitrina puede tener un valor de 200.000 €.

Los museos militares son un segmento especial y les aseguro que los niños jugando a los soldaditos son como cucarachas. Se meten en todos los lados inimaginables. Debajo de un blindado, detrás de una armadura o dentro de un cañón.

Llegados a este punto, hay que entender que este tipo de percances en primer lugar, pueden acortar la vida de los padres unos 20 o 30 años cuando descubren el estropicio y se dan cuenta que al fin y al cabo, ellos son los responsables de los daños que provocan sus niños.

Los museos son tolerantes inicialmente gracias a sus pólizas de seguros, pero a veces, la letra pequeña del seguro (o las exclusiones de cobertura), no las lee todo el mundo. El arañazo del cuadro de Rothko es un asunto serio ya que el artista empleaba unos materiales muy raros y su restauración puede ascender a decenas de miles de euros.

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