REDACCIÓN. El pasado 14 de julio La Oficina del Fiscal del Distrito de Manhattan anunciaba la devolución a Libia de dos estatuas que fueron robados en los años 80. Tal vez la cuestión más llamativa es, que ambas piezas pertenecían a la colección personal del traficante y contrabandista Robin Symes y que han estado ocultas en un almacén de Nueva York durante más de 20 años.
Se trata de un busto femenino de mármol y una talla también de mármol de una reina ptolemaica que fueron expoliados en la antigua ciudad de Cirene (actual Shahhat, Libia) y concretamente de su necrópolis, donde recientemente se ha hallado casualmente, la que se cree sería mitad inferior del busto femenino.
Symes, de 84 años, es responsable de innumerables ventas de artefactos saqueados a coleccionistas privados e instituciones de todo el mundo. Su caída profesional comenzó en la década de 2000 por conflictos de activos con la familia de su difunto socio y pareja, Christo Michaelides.
Robin Symes, que fue detenido en 2005 y cumplió 2 años de condena, no obstante se le considera hasta la fecha, el mayor traficante de arte griego y romano. En Un registro en 2016 en su guardamuebles ginebrino, se hallaron más de 17.000 piezas expoliadas de Italia, Grecia y Oriente Medio.
Las antigüedades libias aparecieron por primera vez en el mercado internacional del arte a finales de los años ochenta y noventa.
A partir de la quiebra de su negocio Robin Symes Limited el pasado mes de marzo, se han podido llevar a cabo una devolución de casi 1.100 antigüedades (351 a Grecia y 750 a Italia) entre las cuales también se encuentran piezas falsas como parte del entramado habitual del tráfico ilícito de bienes expoliados.