La fortaleza de San Francisco , también conocido como el del Rey o el del Paso Angosto fue construida en Las Palmas de Gran Canaria entre 1595 y 1686, cuando el Cabildo de Gran Canaria solicitó a la Corona su construcción tras ser arrasada la ciudad por las tropas holandesas de Van der Does.
El último uso del castillo fue como prisión militar y en 1997 fue cedido al Ayuntamineto de las Palmas de Gran Canaria como bien Historico patrimonial y uso civil, aunque nadie desde las administraciones, una vez fue devuelto por el ejercito , se ha preocupado por mantener este emblema de la historia militar de la ciudad en buen estado.
La instalación de 5.700m2 fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1949 siendo un ejemplo de gran valor patrimonial. Distintos arqueólogos y expertos en patrimonio han subrayado su valor monumental y la posibilidad de que, imitando a otras ciudades, desde la historiografía militar se pueda explicar la historia de la ciudad .
La fortaleza de San Francisco, ya evitó su demolición en 1898 salvándose gracias a un Real Decreto, es un claro ejemplo de la desidia política e institucional en la preservación de un BIC con el resultado de décadas de abandono y un futuro incierto , que si nadie lo evita, es su desaparición absoluta únicamente por la desidia de los que lo podían evitar, después , de promesas, proyectos, anteproyectos, cambios políticos (municipales, autonómicos y del Cabildo) como siempre no sirven para nada más que para justificar la total incompetencia política para gestionar y preservar un conjunto patrimonial de esta importancia se derrumban ladera arriba ofreciendo a sus pies la idílica imagen con una de las mejores panorámicas de la ciudad que lo necesitó como elemento defensivo en tiempos de la guerra antigua.
La degradación progresiva del castillo afecta obviamente a su entorno. Sus alrededores son bordeados por paseantes con perros, que en muchos casos no recogen las defecaciones de estos, que cubren las aceras y la parte de carretera que se mantiene cerrada.La pintura de sus paredes se cae en láminas de metros de largo. Las garitas modernas que la coronan se desmoronan, perdiendo en muchos casos hasta las escaleras de acceso. Sus calles paralelas se encuentran cerradas al tráfico por vallas tintadas de herrumbre y con toneladas de basura amontonadas a su alrededor.
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