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ROBO REAL

El Tesoro Real de Portugal se conserva en el antiguo Palacio Real da Ajuda (Lisboa)
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El Tesoro Real de Portugal se conserva en el antiguo Palacio Real da Ajuda (Lisboa) (Foto: © Oficina de Turismo de Lisboa)

¿Dónde están las joyas de la Corona Portuguesa robadas en 2002?

Robaron siete joyas portuguesas de incalculable valor histórico

domingo 21 de abril de 2024, 10:00h
Los museos holandeses disponen de los sistemas más deficientes de seguridad de Europa. Los robos son una constante.

  • Bastón o Bengala de Oro y Brillantes del Rey José I de Portugal -detalle del pomo-, realizado en París entre 1750-1755 Bastón o Bengala de Oro y Brillantes del Rey José I de Portugal -detalle del pomo-, realizado en París entre 1750-1755 Bastón o Bengala de Oro y Brillantes del Rey José I de Portugal -detalle del pomo-, realizado en París entre 1750-1755


  • Pomo del Bastón de oro y brillantes del Rey José I de Portugal (París, 1750-1770).


  • Anillo de Oro con un Solitario (diamante cortado en cojín) del Rey José I de Portugal, realizado hacia 1750-1755


  • Broche pectoral de brillantes y esmeraldas de Brasil, que perteneció a la Infanta Maria-Benedicta de Portugal, Princesa de Beira y de Brasil (siglo XVIII)


  • Collar de chatones (diamantes y oro) de la Reina Carlota-Joaquina de España, consorte de Juan VI de Portugal

J.A. Hace 22 años, Museo Municipal de la Haya en Holanda montó la exposición “El diamante: del crudo a la joya”, en la que reunía piezas de las casas reales de Francia, Holanda, Inglaterra y Portugal.

Tratándose de Holanda y de un museo municipal con los sistemas de seguridad más elementales de Europa, la tentación fue demasiado grande y se perpetró el mayor de los robos contra el patrimonio artístico e histórico de Portugal, todavía no resuelto.

Un grupo de ladrones aprovechó la falta de vigilancia para perpetrar en sólo 40 minutos uno de los robos más espectaculares en Europa y extrajo siete de las piezas que pertenecían a la corona lusa, entre ellas un diamante de 135 quilates, un bastón de oro con diamantes y una gargantilla con 32 brillantes.

Más de dos décadas después, las joyas robadas siguen sin ser recuperadas y tampoco existe rastro de que hayan llegado a la venta en el mercado negro.

Lamentablemente, incluso después de poner recompensas altísimas para encontrar a los perpetradores, ninguna de las piezas fue recuperada. Al no haber salido a la venta en el mercado negro, se especula que estas piezas han pasado a formar parte de un coleccionista privado.

Pero, para el Museo Municipal de La Haya, las cosas se tornaron muy difíciles, ya que al comprobarse que no contaban con la seguridad suficiente, tuvieron que pagarle al gobierno de Portugal la monstruosa cantidad de $6,000 000 de euros para resarcir el daño. Una cifra irrisoria y rídícula que provocó indignación en el país.

El Museo del Tesoro Real de Lisboa

El Museo del Tesoro Real de Lisboa (MTR) parece un palacio como cualquiera de los muchos que se conservan en Europa. Sin embargo, en su interior aloja una trágica historia y un millonario secreto que lo convierte en una “caja fuerte” valorado en millones de euros.

Entre los tesoros de gran valor histórico como monetario, podemos distinguir la nada despreciable colección de Joyas de la Corona Portuguesa que, sorprendentemente, jamás ha tenido una publicidad como se merece, como tampoco ha sido exhibida en público. De hecho, muchos portugueses ignoran su existencia o nunca la han visto en un museo de Lisboa.

Una vez que se atraviesa esta fortaleza es posible apreciar más de 1.000 piezas que van desde joyas con piedras preciosas incrustadas, como esmeraldas, rubíes, zafiros y diamantes provenientes de minas brasileñas y angoleñas, insignias y condecoraciones, monedas y joyería religiosa, hasta parte de la vajilla de plata que acompañó a la Casa Real de los Braganza, que se mantuvo en el poder durante más de dos siglos, y a su último rey, Don Manuel II.

Los bienes, son únicos, raros e históricos, además de la enorme cantidad de piedras preciosas (más de 22.000), entre ellas y la segunda pepita de oro más grande del mundo, por lo que es muy difícil estimar el valor real de la colección.

La mayoría de las piezas de la colección se remontan al período entre 1700 y 1910, año en el que se proclamó la República. Gran parte de las joyas de la dinastía anteriores a este lapso fueron vendidas por los monarcas en turno para fortalecer a sus ejércitos en un intento por defenderse de los Habsburgo luego de la llamada Guerra de Restauración.

La colección del Tesoro Real de Portugal, junto con muchas de las posesiones de los monarcas, pasaron a manos del Gobierno cuando se derrocó la monarquía, en 1910, junto a su último rey.

Entre las joyas de la casa real que resguarda esta fortaleza, se pueden apreciar el collar de la reina consorte de España e infanta portuguesa María Bárbara de Braganza, fabricado con diamantes de 24 kilates y esmeraldas colombianas de las llamadas “gotas de aceite”, nombre dado por los conquistadores por su patrón único y extraño.

Una de las piezas más valiosas es la corona de oro de Brasil encargada por João VI, la tabaquera de casi 30 quilates pedida por José I a la orfebrería de Luis XV de Francia en el siglo XVIII, considerada por los conocedores como la más espectacular de las realizadas en Europa.

A la colección se agregan un toisón de oro -la máxima condecoración de la monarquía española-, mantos reales, el bastón y la caja de rapé del rey José I, adornados con adornos de diamantes, engastados en oro y manufacturados en París entre 1750 y 1770.

También destaca la icónica vajilla de plata realizada en el taller francés François-Thomas Germain para el rey José I, en la que se muestra el interés que tenían los monarcas lusos por la orfebrería.

Otra de los tesoros de la corona es la tiara de la reina María II de Portugal fabricada con 1.400 diamantes, cinco zafiros, oro y plata, pero que sólo estuvo expuesta un año al ser propiedad de un coleccionista privado.

El tesoro de la corona portuguesa rebasaba por mucho las 1.000 piezas que ahora están en exhibición, pero otras partes se perdieron en otras desgracias, además del robo: el “gran terremoto de Lisboa” que destruyó la ciudad en 1755; el incendio que destruyó el palacio de madera de los monarcas, en 1794; y en guerras y el traslado de la corte a Brasil.

Aún hoy día, la Interpol sigue buscando indicios y ha pedido la colaboración de la gente (e incluso en internet), solicitando cualquier pista con la promesa de una buena recompensa.

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