El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha determinado que Italia es el legítimo propietario de la "Juventud Victoriosa"

REDACCIÓN. Según informa ARCA, El Museo Getty no deja de sufrir varapalos. Esta semana El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha determinado que Italia es el legítimo propietario de una antigua estatua griega que actualmente se encuentra en el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles.

Se tratade la joya de la corona de su colección clásica de esculturas griegas y romanas,La estatua de bronce, conocida como “Juventud Victoriosa” creada en Grecia alrededor del 300-100 a. C. por un escultor desconocido y transportada a la Magna Grecia. Se cree que el barco que la transportaba se hundió, preservando la estatua en el fondo del mar Adriático hasta que fue encontrada por pescadores italianos en aguas internacionales en 1964.

Los funcionarios italianos afirman que la estatua fue sacada ilegalmente del país antes de ser comprada por el Museo Getty en 1977 por unos 4 millones de dólares. Antes de la adquisición del Museo Getty, las autoridades italianas habían intentado sin éxito reclamar la estatua a un comerciante de arte alemán, un factor que influyó en la decisión de los siete jueces del tribunal.

“Debido, en particular, a la negligencia o mala fe del Getty Trust al comprar la estatua a pesar de conocer las reclamaciones del Estado italiano y sus esfuerzos por recuperarla, la orden de confiscación había sido proporcionada al objetivo de garantizar la devolución de una objeto que formaba parte del patrimonio cultural de Italia”, dictaminó el tribunal.

Las discusiones y apelaciones han sido las interminables y las explicaciones y falsedades esgrimidas por el Museo Getty, lo único que han provocado es avivar la polémica sobre los procedimientos y delitos cometidos de manera continuada por parte del fundador del Museo, Paul John Getty y el patronato del museo durante años para la adquisición de piezas

Entre 2007 y 2010 el museo tuvo que devolver 39 piezas que habían sido expoliadas en Italia.

Esta nueva sentencia reabre con fuerza las posibilidades de nuevas reclamaciones, pero fundamentalmente determina el desprestigio de la entidad a los ojos de los académicos y del público informado como institución totalmente carente de ética en la configuración de sus colecciones.