REDACCIÓN Según , informa LA RIOJA, La devolución de las Glosas Emilianenses es una reivindicación histórica de La Rioja que han defendido ante la Real Academia de la Historia, su poseedora desde 1851.
Es también una reivindicación cultural que trasciende de las instituciones, pues fue un colectivo ciudadano, Amigos de La Rioja, el primero en plantearla en 1978, y desde entonces muchas otras voces se han sumado a la petición.
Las Glosas Emilianenses son anotaciones marginales o interlineales escritas en códices por monjes copistas del scriptorium de San Millán de Suso (el de arriba). Las más valiosas son las del Códice 60, en concreto la número 89, datada hacia el año 992, en la que se aprecia un primer romance altorriojano que se considera el texto escrito más antiguo identificable como castellano incipiente.
Durante casi nueve siglos los Códices Emilianenses fueron conservados por los benedictinos en la biblioteca del monasterio de Yuso , pero en el siglo XIX fueron sacados de allí. Tradicionalmente se ha creído que fue en 1821, por orden del Gobierno durante la desamortización del Trienio Liberal, y que primero fueron llevados a Burgos. Ahora, una nueva hipótesis de García Turza sostiene que fueron tomados del monasterio en 1851 sin orden gubernativa alguna y de forma ilegal y que fueron llevados directamente a Madrid, a la Real Academia de la Historia. Hasta 1921 no serían descubiertas las glosas y su valor filológico.
El Códice 60, junto con otros casi setenta procedentes de San Millán, se guarda actualmente allí, en una cámara acorazada. Únicamente investigadores muy acreditados tienen acceso a él y solo se ha expuesto públicamente en una muestra de tesoros de la Academia en el Palacio Real en 2001.
La Rioja lleva casi medio siglo solicitando su devolución. En 1978, al año siguiente de celebrarse en Yuso el Milenario de la Lengua, la asociación Amigos de La Rioja, muy activa en el proceso autonomista, hizo la primera petición.
el escritor y divulgador Ignacio Achútegui declara «En mi modesta opinión, salieran de San Millán en 1821 o en 1851, fue contra la voluntad de los monjes que habitaban el monasterio. Las Glosas son riojanas por su origen y por la lengua en la que fueron escritas. Son riojanas y deben volver a San Millán, de donde nunca debieron ser incautadas».
Sin embargo, la RAH, dependiente del Gobierno de España, se ha negado desde el primer momento por razones de seguridad y conservación de un patrimonio tan valioso y tan frágil. Sus argumentos, justificando la legitimidad de su adquisición y su custodia, apenas han cambiado en este tiempo. Por el contrario, sí han cambiado los monasterios y hoy nadie discutiría que reúnen las condiciones necesarias para volver a atesorar sus códices.
En 1990, cuando el Gobierno autonómico del socialista José Ignacio Pérez Sáenz dio el primer paso oficial en el camino de la recuperación de las Glosas. Pero en 1997, con la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y tras la restauración a que fueron sometidos Suso y Yuso, la situación se volvió muy diferente.
En 1998 se constituyó la Fundación San Millán para velar por su mantenimiento y desde entonces los monasterios no han dejado de ser un centro de cultura y de visita con valor universal. «La Fundación –indica Almudena Martínez, su coordinadora– cumple con su objetivo de investigar, documentar y difundir los orígenes del español».
En 2006 el 'popular' Pedro Sanz volvió a reclamar las Glosas en 2006, coincidiendo con la polémica de los 'papeles de Salamanca' que Cataluña exigió y sí consiguió recuperar. La Rioja, en cambio, recibió una nueva negativa del Gobierno español y la RAH.
En 2009 se pidió al menos la cesión en depósito temporal. Y en 2017, al cumplirse veinte años de la declaración, el Gobierno riojano presidido por el 'popular' José Ignacio Ceniceros hizo un nuevo intento. El único Gobierno que no hizo nada al respecto fue el de la socialista Concha Andreu.
En todo caso, este nuevo intento de recobrar las Glosas ha despertado en La Rioja un anhelo antiguo que no solo obedece a los intereses de los gobiernos de turno, sino a un verdadero sentir cultural, si no popular, detrás de esta reivindicación histórica. Varias instituciones y particulares lo expresan como una deuda de región y sienten que ha llegado el momento de subsanarla.
«El sitio de las Glosas es el monasterio de Yuso, que es donde han estado durante siglos –afirma José Ramón Pérez, prior de la congregación de agustinos recoletos que lo habita–. En Suso fueron escritas y aquí en Yuso se preservaron gracias a la labor de los monjes. El Códice 60 está muy unido a la historia del monasterio y muy vinculado con nuestro ser de riojanos. Debe volver a su casa».
Es de suponer que dentro de la nueva iniciativa de Descentralización y Descolonización Museística propuesta por el ministro de Cultura Ernest Urtasun, esta reivindicación estaría plenamente justificada.
Es un caso muy similar a los Papeles de Salamanca, que la Generalitat de Cataluña si consiguió recuperar (o expoliar, según se mire) en 2006.