El mercado del arte volvió a recuperar a los llamados Old Masters durante los años de la Pandemia. EL Mercado andaba escaso de nuevas obras interesantes porque el mercado sufrió una recesión lógica: Nadie entregaba obras en deposito o las consignaba porque nadie sabía cuando terminaría aquella pesadilla.
Asi pues las grandes salas removieron el cajón y los sótanos y sacaron a la venta piezas olvidadas o que no eran tendencia frente a las potentes firmas que se manejaban desde 2009: Los llamados Old Masters: Pintura clásica de los siglos XVII hasta principios del XIX.
Animados ante esta tendencia originada por las grandes salas con pinturas originales de grandes maestros, surgió (o resurgió) una línea de negocio que se denominó Old Master Emergentes o Dormidos. Como se vé una manera Cool y Trendy de denominar una vieja costumbre de chamarileros y anticuarios de dudosa calidad: Poner en el mercado cualquier cosa que se parezca a un Viejo Maestro.
El procedimiento es sencillo y lo vamos a ver poniendo un ejemplo de situación:
La señora Pepita pone en venta su casa y decide vender todo lo que le sobra porque o se va a casa de un hijo a vivir o a su apartamentito de la playa donde no cabe ni un flotador más. La casa de la Sra. Pepita está llena de trastos y pinturas viejas, que heredó de sus padres o de otras tías. La señora Pepita no sabe que tiene, pero fantasea “mi abuelo dijo que era un Canaletto, pero no lo pudo demostrar”. Es cierto se trata de una Vedutta veneciana clásica con San Giorgio al fondo, mucha góndola, sin firmar y encima con un par de rotos y más sucio que el rabo de una vaca.
Como perito, se presta atención a muchos detalles, no sólo la obra, sino también a la Provenance, es decir, de donde sale. Se intenta establecer una coherencia entre el objeto y el propietario. Si la señora Pepita es una mujer normal de clase media normal, hija y nieta de clase media normal cuyo abuelo era un funcionario medio poco dado a los viajes a Inglaterra, habrá que asumir a priori la opción más simple: Aquella vedutta se compró porque era decorativa y lo demás son tímidos argumentos de Dña. Pepita para dar más valor al cuadro. Si un perito es serio y es realmente un experto en pintura, determinados detalles de la obra serán suficiente para descartar la autoria de Canaletto. ¿Se parece? Si, pero de ahí a ser obra original…
Un chamarilero podrá comprar el cuadro por 400€ y con suerte revenderlo después de restaurarlo mínimamente por 800€. Y ahí termina la historia del cuadro de Canaletto del abuelo de Dña. Pepita.
Los Old Masters son autores complicados, a menos que tenga la plena seguridad de que se trata de una obra original y sino se acompaña de la documentación correcta que así lo avala. Un Maestro tiene taller, seguidores, imitadores, incluso crea un entrono, circulo o escuela.
Por otro lado la experiencia indica que los descubrimientos son tan escasos como coherentes. Sinceramente soy muy reacio a ello. Una obra valiosa de verdad no se esconde y se conserva de la manera correcta, en su estado y en su documentación.
El mercado maneja conceptos que proceden de malas traducciones: Original, taller, versión, copia, atribuido o escuela. No saber que significa cada uno de ellos, puede poner al vendedor en la fina línea de la estafa. Y véase que todavía no he hablado de falso.
Los artistas considerados Old Masters suelen presentar una complejidad añadida en el estudio de sus obras, ya que la información de su producción y talleres es escasa y cuando un modelo pictórico (el tema del cuadro) gustaba, solían repetirlo:son lo que se conoce como VERSIONES. Obviamente el maestro no repetía el cuadro sino los oficiales de su TALLER. Volviendo al ejemplo de la Vedutta de Dña. Pepita, este tipo de paisaje causó tanta admiración que pronto surgieron SEGUIDORES , artistas reconocidos que se circunscriben en un CIRCULO próximo al Maestro. También surgen artistas anónimos que repiten el mismo modelo, IMITADORES, y cuando son muy numerosos los historiadores suelen llamarlo ESCUELA. En este punto surgen las obras consideradas como COPIAS y otras que se pretenden hacer pasar por originales de alguno de los maestros del CIRCULO. A estas las llamaremos FALSIFICACIONES.
Existe por fin un término, ATRIBUIDO, que suele dar auténticos quebraderos de cabeza. Según explica la profesora Elisa Díaz González, Responsable del Servicio de Análisis y Documentación de Obras de Arte de la Universidad de la Laguna:
“Durante mucho tiempo, el sistema de examen se realizaba a través de fuentes escritas de las que se informaban críticos e historiadores del arte. Se potenciaba la mirada activa (Ojo experto) de la obra de arte como forma de evaluación centrada en la verificación de algunos aspectos clave, como el período histórico, la escuela, el medio, la composición, la iconografía o la organización interna de la obra. De esta manera, cuando una obra no se encontraba firmada, se empleaba unas serie de términos en relación con la autenticidad de la obra: obras ATRIBUIDAS, obras realizadas según el estilo de tal artista, obras realizadas a la manera de o a imitación de un artista…”
Para resumir y no meternos en vericuetos academicistas: Se emplean los términos Atribución, Escuela y a la Manera de para clasificar con la SIMPLE MIRADA (más o menos experta) pinturas SIMILARES al del Maestro. Es importante destacar que no es necesario que la obra sea de la misma época que las originales, sino que podría haberse pintado años, incluso siglos después al modelo original.
Actualmente y gracias a la implementación sistemática de procedimientos y análisis científicos actuales en el estudio de obras de arte son fundamentales para la datación, estudiar materiales y técnica, que ayudarán a perfilar con mayor exactitud estas cuestiones.
Estas puntualizaciones deben tenerse en cuenta para entender la valoración de este tipo de obras desconocidas en el mercado de los Viejos Maestros (Old Masters) y por supuesto en el caso de los Emergentes.
Viejos Maestros Emergentes
En cualquier mercado el marketing es fundamental y no sería menos en el del arte. Emplear términos “sugerentes” no es una novedad y menos un delito, pero pone el mercado del arte al mismo nivel que el de los coches usados.
La fantasía recurrente de descubrir un tesoro oculto únicamente se puede suponer que resulte atractivo entre desconocedores, neófitos y obscuros especuladores de todo tipo, pero esa será una conclusión final.
Este nuevo segmento de mercado surge con fuerza hace relativamente poco. En mercados más potentes (serios y solventes) que el español, como el francés o el británico, este tipo de piezas emergentes se explican como piezas verificadas y consignadas por los marchantes. Si no se han vendido simplemente ha sido por una cuestión de tendencias de mercados y se han conservados esperando el momento idóneo. En España es y ha sido diferente.
Los propietarios se han desecho de este tipo de piezas que están sus casas, como es el caso de Dña. Pepita. El comprador compraba a un precio irrisorio y luego revendía normalmente a través de subastas de su confianza y a las que fundamentalmente lo único que les preocupaba, es que no fuese un objeto robado.
Las salas de subasta españolas tampoco se han esmerado demasiado en verificar la autenticidad (ORIGINALIDAD) de las obras ¿Hablamos del último Caravaggio?, y para presentarlas en sus catálogos emplean comúnmente términos como Escuela (para todo aquello que guarda una similitud artística) y Atribuido si la obra presenta una gran calidad o hay una mínima traza de que la obra sea coetánea o muy similar con el estilo y la producción del maestro, olvidando que la falsificación es una probabilidad cierta, incluso dándose en vida del pintor en muchos casos.
No hace falta que diga que el precio de una obra ATRIBUIDA o de ESCUELA DE, es sensiblemente inferior al precio de una obra original. Para entendernos la ultima obra original de Canaletto se vendió en julio de 2023 por 9.000.000 de euros y una obra atribuida de tamaño y temática similar se vendió en 2024 por 22.800 euros, apreciamos una diferencia considerable.
Recientemente he tenido la oportunidad de conocer personalmente a una profesional española que se dedica a este tipo de segmento de los Emergentes y he podido comprender como se está desarrollando esta nueva formula del mercado en España.
De nuevo recurriré a la vedutta de Dña. Pepita que guarda obvias similitudes con la obra de Canaletto. Esta profesional opina que la obra en cuestión es buena y la compra en la sala de subastas donde se vende en precio Post Subasta ( es decir, que no ha interesado a nadie en la subasta y se vende por la mitad) por 8.000 € , pero claro, la obra se vende como Escuela Veneciana del Siglo XVIII. En este caso se trata de una pintura pequeña de 20 x 30 cm.
La profesional realiza un acto de fé, una apuesta ¿Y si es original? La pintura es de calidad y no faltan góndolas, el Gran Canal, La Iglesia de San Giorgio, los cielos son azules y la perspectiva es buena. Le da la vuelta y ve que el cuadro está reentelado (restaurado) y por tanto no puede apreciar ni la urdimbre ni la calidad del lienzo original. Pero continua con la apuesta. ¡Un Canaletto de 8.000 € que puede venderse por 2 millones!, pero falta que sea auténtico.
Obviamente investiga y descubre que el cuadro no está en ninguna obra recopilatoria de Canaletto !Pero se parece tanto!. Es posible que desconozca que Canaletto sólo pintaba por encargo y vendía a familias pudientes inglesas amantes del Grand Tour y pase por alto que aquello era un filón para falsificadores del momento. También olvida que el formato de la obra procedente de Dña Pepita es demasiado pequeña. Es decir que desentonaba en las paredes de una mansión de Belgravia.
Sabedora de sus limitaciones en el mundo de la Vedutta veneciana consulta con un especialista (no sabe de que periodo o estilo) que ante esta opción ciega de Canaletto, olvidando que la obra también pudiera ser de otros seguidores del maestro como Bernardo Belloto, Francesco Guardi, Michele Marieschi, Gabriele Bella o Giuseppe Bernardino Bison. Pintores importantes igualmente, pero claro, No son Giovanni Antonio Canal, alias Canaletto.
Como buena comercial ve una oportunidad para sus clientes y les ofrece esta opción: Un cuadro de la Escuela Veneciana del XVII atribuido a Canaletto y por este motivo de indefinición su precio de venta será sólo de 180.000 euros, pero si es bueno…!Ay si fuera bueno!.
La primera pregunta que le hago es simple ¿Hay evidencias científicas? Es decir análisis periciales en profundidad. Responde esta comercial de arte: “El coste de estas pruebas es elevado. Si el potencial comprador está interesado, debe ser él quien asuma el coste”.
Mi segunda pregunta ¿Y si los análisis descartan época?. “Se le devuelve el dinero de la obra” responde muy seria. ¿Y el coste del laboratorio? Insisto. “No. Eso es cosa suya”, responde convencida de la coherencia de su respuesta.
La tercera ¿Un comprador suele arriesgarse a comprar a ciegas?. La respuesta continua dejándome asombrado: “hombre, está Atribuido”.
La cuarta pregunta por mi parte es más capciosa ¿Por quien está atribuido? ¿Simplemente por la sala de subastas X de Madrid o por Lionello Puppi o Ruth Bromberg?[1]. La respuesta de ella es “¿Quién? ¿Me pasas el contacto?. Debe ser muy caro que emitan un certificado…” Por lo visto ha olvidado que una primera opinión a veces es gratis, siempre que se sepa a quien se debe consulta y no a un conocido que dice ser “especialista”.
No obstante la operación de venta es lícita y si el comprador acepta las condiciones, también. Aunque mi experiencia me dice que normalmente no se cierra la venta o acarrea problemas que suelen terminar en el juzgado.
El caso relatado es real.
Los nuevos marchantes de arte en España están intentando abrir un mercado tradicionalmente complejo y tratándose de este tipo de pintura clásica, más complejotodavía y dado a variaciones e incertezas que no se corresponden con la transacción rápida y agresiva.
Los buscadores de Emergentes británicos suelen hacer sus apuestas con un alto grado de probabilidad, normalmente sobre el 80%. Vendedor y comprador se convierten en socios y comparten riesgos y beneficios. En el entorno español no suele suceder así. Se busca una venta inmediata.
La cuestión del coste elevado del certificado es una valoración que merece la siguiente reflexión ¿Si el cuadro es bueno y puede tener un valor que supere los 600.000, no merece la pena garantizarlo con un certificado que cuesta 6.000?.
Cualquiera que se dedique a vender lo que sea, sabe que el principio de vender la piel del oso antes de cazarlo tiene sus riesgos y en este caso, además si se implica a un comprador en este raro juego de apuestas y especulaciones, siempre y cuando haya al menos un oso.
porque un comprador puede apostar a ciegas 180.000 € por un cuadro que no se sabe si es original o no, puede despertar sospechas. Normalmente un lector inteligente y la Unidad de Delitos Financieros (la UDEF de Pujol) suelen tenerlo claro.
[1] Especialistas y autores de los Catalogos razonados de canaleto según la GUIDE INTERNATIONAL D’EXPERTS DE ART
Jorge Llopis es Dierector de Pecados del Arte, Perito Judicial de Arte y Critico de AECA (mercados)