REDACCIÓN. Según informa el SANTA FE NEWS MEXICAN, casi 17 años después de ser robada de una iglesia en un pequeño pueblo del estado de Hidalgo, una estatua de madera policromada con baño de pan de oro de Santa Rosa de Lima fue repatriada a México por funcionarios estadounidenses.
La talla de Santa Rosa de Lima policromada fue robada de una iglesia en la ciudad de Epazoyucan (a unos 100 kilómetros al noreste de la Ciudad de México) el día antes de la víspera de Año Nuevo de 2007.
Reapareció casi una década después en Estados Unidos, cuando apareció a la venta en la galería Peyton Wright en Santa Fe, Nuevo México. Después de que las autoridades mexicanas señalaran el objeto robado a las autoridades estadounidenses, la galería lo entregó a agentes del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
En ese momento, representantes de Peyton Wright Gallery dijero que el objeto había sido consignado por el antiguo propietario de una empresa de almacenamiento de obras de arte, que lo encontró entre los objetos no reclamados cuando cerró su negocio.
Este señor aclaró al Departamento de Seguridad Nacional que había intentado en repetidas ocasiones ponerse en contacto con la persona que trajo el objeto para que viniera a recuperarlo y pagara las tasas atrasadas, sin éxito y finalmente, lo consignó a la galería con la esperanza de recuperar parte de las cuotas de almacenamiento pendientes. Las circunstancias del robo de la estatua y su viaje a través de la frontera entre México y Estados Unidos no se conocen públicamente.
La estatua también parece haber sufrido algunos daños en ese tiempo: la figura del Niño Jesús que sostiene Santa Rosa de Lima parece haber perdido su brazo derecho en el ínterin, aunque tenía ambos brazos en las fotografías que acompañan los informes de la incautación de la escultura en 2017, así como varios daños en la policromía original.
A pesar de su identificación y decomiso en 2017, la estatua de Santa Rosa de Lima no regresó a México hasta diciembre de 2024, más de siete años después. Las razones de este retraso siguen sin estar claras, al igual que los detalles sobre si las disputas legales o los obstáculos burocráticos contribuyeron a la prolongación del plazo.
La lentitud de la restitución internacional (desde la identificación en 2017 hasta la restitución en 2024); y la importancia de la vigilancia dentro del mercado del arte (aceptar piezas en consignación que no tienen una procedencia suficiente), sirven como recordatorio de la vulnerabilidad y fragilidad del patrimonio cultural religioso del país.
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