REDACCIÓN. La editorial Lano Publishing, acaba de lanzar “Kunst voor das Reich” (Arte para el Reich) de Geets Sels, un ensayo escrito en lengua flamenca (únicamente) que desvela la actuación del gobierno belga y sus museos con los refugiados que llegaron a Bélgica huyendo del régimen nazi.
En su libro, el autor desvela la verdadera postura del gobierno belga respecto al las obras de arte que fueron incorporadas a sus museos procedentes de los refugiados judíos en Bélgica durante el inicio de la II Guerra Mundial: Aprovechar la oportunidad y necesidad de los propietarios, ofreciendo precios ridículos y negando finalmente los visados o ayudas prometidas.
Bélgica ha mantenido durante años que no hay arte nazi en sus museos. En comparación con la mayoría de los países europeos, Bélgica tiene una política pasiva sobre el robo de arte nazi. Bélgica insiste en que ha hecho los deberes y que no hay irregularidades.
El autor sostiene que Bélgica ha adoptado una vergonzosa política de ignorar el periodo de 1940 a 1945, explicando que el término “arte saqueado por los nazis” es un término general que no solo debería referirse estrictamente al arte incautado por los nazis, sino que también debería a obras de arte vendidas, venta forzosa o venta bajo coacción. En este sentido Geets Sels denomina a este tipo de situaciones como “Bienes de Escape”.
Los Bienes de Escape serían las obras de arte del que la gente se deshace para mudarse, pagar un viaje en barco, sobrevivir en hoteles o ganarse la vida y que en este caso sería el arte que los refugiados intercambiaron con el gobierno belga por visas o donaron pinturas para obtener protección durante el período nazi y que en circunstancias normales, podrían haber conservado.
Un caso similar se dio con el cuadro “Rue Saint Honoré, Après-midi, Effet de Pluie” de Camille Pissarro, y que su propietaria Lilly Cassirer malvendió en 1939 para huir de la Alemania nazi y que ahora sus descendientes están reclamando al actual propietario, el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid.
De esta investigación el autor revela que todavía varios museos belgas conservan obras de esta procedencia, legal, pero más que cuestionable éticamente.
El autor denuncia directamente a cuatro museos detallando las obras y propietarios que se vieron forzados a su venta cuando no cedidos bajo la promesa de un visado para salir del país. Los museos y las obras son:
- Museo de Bellas Artes de Amberes
“Orfeo y los animales” de Roelant Savery y “Compañía musical” de Willem Buytewech. Ambos vendidos al museo en 1939 por la mitad de precio por el galerista Paul Rosenthal para conseguir dos visados que nunca llegaron. En 1940 fue deportado a Auschwitz .
“Paisaje italiano” de Bartholomeus Breenberg vendido por Heinrich Tiefenbrunn por ¼ de su precio. No pudo pagar el visado.
- Museo de Bellas Artes de Bruselas
El coleccionista Benno Seegall, dono al museo dibujos de Toulouse-Lautrec y Liebermann y acuarelas de Magnus Zeller, dibujos de Lovis Corinth, Otto Greiner, Adolph Menzel y Hugo Krayn, por seis visados. Sólo le concedieron dos…
Los lienzos “Ceres y Baco” de Cornelis van Haarlem, 'Retrato de mujer' de Govert Flinck y 'Los aprendices de Emaús' de Pieter Huys, “cedidos” por el restaurador vienés Moritz Lindemann en 1938 para ocultar su ascendencia. Nunca más se supo de Moritz Lindemann.
- Museo de Bellas Artes de Gante
“Retrato de Ludwig Adler” de Oskar Kokoschka, adquirido bajo coacción a Victor von Klemperer.
'Retrato del obispo Antonius Triest' de Gaspar de Crayer del galerista judío belga Samuel Hartveld
- Instituto Real para el Patrimonio Artístico (KIK)
“Retrato de María Magdalena” de la colección del belga Emile Renders que se vio forzado a “cederlo” a Hermann Goering.