Es común asociar el peritaje a la lucha contra la falsificación, es evidente y está comprobado que solamente mediante una pericia técnica-científica podemos obtener cierto grado de certeza para confirmar la correspondencia de una obra con el artista que ostenta o, por el contrario, mediante esta metodología, descubrir elementos que no son compatibles desde el punto de vista técnico, contextual histórico o material. En todos los casos, quien lleve la investigación debe ser un profesional que tenga los suficientes conocimientos periciales como para jerarquizar las pruebas, dirigir un equipo de especialistas y sobre todo, poder concluir y se responsabilizar por sus conclusiones.
En este sentido, para ser inclusivo y considerado con las diferentes situaciones que suceden en el mercado de diferentes países, podemos decir que en cuanto más profesionalización, estudios académicos y experiencia de campo tenga el perito, más garantías y certezas podrá ofrecer su informe y respectivas conclusiones.
El origen de los profesionales especializados que ofician de peritos de arte usualmente proviene de áreas como la conservación y restauración de obras de arte, la historia del arte y la museología y, cuando el lugar lo permite, carreras especificas enfocadas en la autentificación de obras y la valoración de obras. Independientemente si se trata de formación de grado o posgrado, hay posibilidad de estudiar peritaje de arte en Argentina, Brasil, Estados Unidos, España y con seguridad muchos otros lugares que el autor no puede con precisión confirmar.
En lo personal, tuve la honra de poder estudiar una licenciatura muy completa y abarcativa en la universidad, allí, profesores de las más diversas áreas de la pericia de arte como la pintura, grabado, escultura, muebles, vidrios, orfebrería, gemología, numismática y hasta cueros artísticos e instrumentos musicales me transmitieron un enorme bagaje de conocimientos teórico-prácticos y sobre todo me transmitieron el amor y pasión por la profesión.
Desde la graduación hasta hoy, el camino ha sido difícil pero al mismo tiempo gratificante y al momento de hacer esta nota, la empresa que funde en 2012 (givoa.org) hoy cuenta con 20 miembros de 8 ciudades de tres países diferentes, que día a día nos esforzamos por mejorar nuestro nivel de conocimientos y trabajamos de manera verdaderamente interdisciplinaria, lo que significa que no solo el equipo está compuesto multidisciplinariamente por peritos de arte, peritos calígrafos, museólogos, conservadores y restauradores sino que el intercambio de información permite la interdisciplinariedad generando buenas prácticas y contenidos inéditos que representan la transdisciplinariedad.
En 2014 escribí una columna que intitulé “Mercado de arte ¿Cinismo o Status-quo?” donde con fuerte tono de crítica intentaba compartir con el público mi sorpresa, que aun habiendo profesionales académicos que trabajan con apoyo científico, la determinación de autoría estaba restricta a un puñado de conocedores amigos del mercado, y que para vender una obra solo basta ser conocido del comerciante, tener alguna documentación y una buena historia para contar. En última instancia, y si había tiempo, la obra era el objeto de estudio. Fue a partir de allí que desarrolle investigaciones sobre el origen de la profesión y como ha sido desde el inicio la evolución de la actividad del perito, esas investigaciones me dieron el marco necesario para crear en Brasil un posgrado reconocido por el ministerio de educación en Peritaje y Valuación de obras de arte, parte de esa investigación fue publicada en el Boletín de la Asociación Internacional Para la Protección del Patrimonio Cultural - ASINPPAC con el nombre de “La obra de arte frente al perito”, allí se puede seguir el paso de los grandes peritos que desde siempre, han luchado por profesionalizar el sector e intentar dar más transparencia al mercado. No obstante, con el advenimiento de la tecnología aplicada a la restauración, las evidencias científicas de edad de los materiales, las condiciones de envejecimiento acelerado de algunas piezas junto a señales de falsificaciones comenzaron a salir al descubierto a pesar de las opiniones que las protegían. Un gran ejemplo de la lucha que ha tenido el peritaje en la historia es la de el laboratorio de peritaje y datación de obras de arte creados por el Perito Fernando Perez y financiados por Carlos Mainini en el Louvre inaugurado en octubre de 1931, llamado Instituto Mainini de peritaje y restauración de obras creando el llamado Gabinete Pinacológico para estudio de las obras. Con los años, se pasó a considerar un laboratorio de “Restauro”, hoy uno de los más famosos del mundo. Siempre el asunto del peritaje ha sido controversial, no por el peritaje en sí, sino por lo que descubre su aplicación. Ya desde la década del 90, la mayoría de los museos de mediano porte tienen para realizar estudios técnicos a las obras, desde aquella época hasta aquí, la relación para con los peritos se fue abriendo paulatinamente, claro que es un trabajo individual que el investigador tiene que hacer para conectar con esas instituciones, transmitir confianza e informar posteriormente el resultado de sus investigaciones, aun no siendo obligatorio, es una práctica que recomiendo ya que cuando se conoce el trabajo, el nivel de profundidad y la seriedad del método, los museos se vuelven más receptivos a colaborar con la investigación privada. No voy a negar que aún aparecen algunas instituciones que a pesar de que el código deontológico de ICOM sugiere dar acceso al acervo a investigación externa, deciden autocráticamente cerrar las puertas, pero la buena noticia, es que esas instituciones son cada vez menos y en general, la relación del museo con el perito se ha ido consolidando, hasta porque la pericia de arte y la museología comparten un origen en común.
El mejor de los casos que he vivenciado hasta hoy, fue escuchar a la restauradora en jefe de un gran museo Argentino decir en una conferencia, “todos los museos deberían incorporar un perito a sus equipos de trabajo”, quizás suena como una utopía, no obstante las cartas están sobre la mesa.
Saliendo de la institución museo y yendo al mercado, liso y llano, el perito atraviesa una serie de dificultades que no necesariamente están asociadas a la ejecución de los trabajos, sino a lo que representa el perito para la hegemónica casta de opinadores que desde siempre han sido ellos, en harmonía con los comerciantes quienes deciden y concluyen sobre la autenticidad de las obras. Ni hablar del asunto valorización de arte, que merece un capítulo aparte y que, de igual manera, habiendo normativa técnica y método estadístico, el dar una opinión del valor sigue siendo la regla.
Es importante dejar claro que el peritaje académico, no descarta la opinión del conocedor, por el contrario, la incorpora. Lo que hace una investigación interdisciplinaria es dejar de manifiesto que una sola visión no es suficiente para sentenciar el estatus de una obra de arte. En cuanto más plural el equipo de trabajo, mayor grado de certeza se puede adquirir.
En ese sentido, hay grandes comerciantes que conscientes de los desafíos actuales del mercado y de que el asombroso número del 50% de lo que circula tiene problemas de identificación, han decidido incorporar la opinión del perito independiente como base y fundamento para una buena operación comercial, si el perito es consistente, responsable y ha firmado una pericia confirmando correspondencia, el comerciante puede vender con la tranquilidad de que si en el futuro haber algún cuestionamiento, es el perito quien responde y no el marchand. Eso da seguridad en la operación tanto para quien vende como para quien compra.
Es necesario aclarar que no siempre una obra precisa de peritaje extenso y costoso para tener certezas, en muchos casos, la obra y su condición de originalidad, su ejecución técnica evidente y coincidente con la del artista más una correcta documentación y Provenance, dan ciertas garantías para poder adquirir una obra. En muchos casos, un parecer técnico de un perito, donde escribe sus conclusiones a partir de una revisión de la pieza atiende a la necesidad del cliente de tener una tercera y desinteresada opinión. Con esto quiero decir que no es cierto que para verificar una obra, hay que gastar una enorme cuantía de dinero.
Gustavo Perino es C.E.O. de GIVOA ART
Licenciado en Peritaje y Valuación de Obras de Arte. Profesor universitario y coordinador de los estudios de posgrado en Peritaje de Obras de Arte en Río de Janeiro y San Pablo. . Perito judicial para el tribunal superior de justicia de San Pablo. Miembro del i3A y del comité científico de las jornadas de peritaje de arte de la Universidad Antonio de Nebrija, en Madrid.