REDACCIÓN. En un repaso de la actualidad sobre los efectos de la guerra en Ucrania, hemos hallado esta noticia que publicó INFOBAE en mayo de 2022, pocos meses después del inició de la guerra.
Desde el inicio de las hostilidades Pecados de Arte ha publicado puntualmente los efectos de la guerra en los bienes patrimoniales, tanto en su destrucción como posible expolio por parte de los invasores rusos.
La noticia que hemos encontrados, hace referencia a una entrevista concedida en mayo de 2022 a Oleksandra Koval, la directora del Instituto del Libro de Ucrania a la agencia rusa INTERFAX , en relación al anuncio realizado sobre la destrucción prevista por parte del gobierno de Kiev de más de 100 millones libros publicados en Rusia, publicados en lengua rusa o traducidos del ruso. La medida era garantizar la destrucción de 100 millones de libros que «divulgan el Mal».
Las directrices de qué había que retirar de las estantería fueron: narrativas imperialistas prorrusas, autores rusos modernos publicados en Rusia después de la caída del mundo soviético y la independencia de Ucrania, y ahí entra todo tipo de literatura: romántica, negra, ! Hasta infantil ! , y clásicos de la literatura rusa, como Alexander Pushkin hasta León Tolstoi y pasando por las obras de Dostoievski.
Según la directora del Instituto del Libro, dependiente del Ministerio de Cultura de Ucrania los libros debían sacarse de los domicilios, las bibliotecas públicas y escolares y solo estar disponibles en las bibliotecas universitarias o científicas, donde se conservarían los cuentos de hadas y las novelas románticas infantiles de la era soviética "para que los especialistas estudien las raíces del mal y del totalitarismo", declaraba Koval.
Según la directora del Instituto del Libro, se trataban de libros “muy dañinos”, que podían “afectar los puntos de vista de la gente” Para justificar la censura, Koval afirmó “que durante la guerra es recomendable que no exista acceso a volúmenes con connotaciones ideológicas” cuyos autores adopten “posturas anti-ucranianas”, ya que podrían empujar a los lectores a aprobar estas posiciones”.
Como explicábamos la noticia paso desapercibida, incluso se eliminó inmediatamente de redes como Twitter o Facebook.
Si ya la simple censura en un país que se autodenomina democrático con una justificación ideológica contraria a sus intereses es preocupante. La eliminación masiva de un legado cultural, identificándolo como “la raíz del mal”, y clasificándolo como dañino y perjudicial, demonizando a una sociedad y su cultura como causante de sus desgracias, sería escalofriante y nos lleva irremediablemente a la simple comparación de esta medida con otras similares en los años 30...
¿Estaría justificado este
Bibliocausto (término del historiador autor de
Historia Universal de la destrucción de los libros, Fernando Báez)?