La venta y tráfico ilícito de objetos arqueológicos, es uno de los delitos más comunes, extendidos y rentables en el entorno de los crímenes contra el arte y el patrimonio. Este delito se lleva a cabo, perpetrando a su vez otros delitos como el expolio en yacimientos, el robo en colecciones y museos, su contrabando y hasta la falsificación, tanto documental como de las mismas piezas que se comercializan.
El saqueo de tumbas, debería ser considerado como el más antiguo y el que desarrollaría todos delitos derivados. Oficialmente, se considera que empezó en Egipto. Entonces el objetivo era robar las joyas de los ricos ajuares que acompañaban a los reyes y reinas. Estos saqueos de tumbas también tendrán un motivo religioso y mágico ya que los amuletos y figuras religiosas eran parte del botín.
El saqueo de tumbas también ha sido el delito más “mitificado”, incluso elevado a categoría de afición y sinónimo de aventura en la literatura y el cine del siglo XIX y XX respectivamente, fueron los mejores promotores de esta actividad. Prueba de ello, es que en declaraciones de muchos saqueadores de tumbas, recurren a personajes de ficción como Indiana Jones, Allan Quatermein y hasta el mismo Tintín para justificar su actividad “si no me lo llevo, se perderá, para siempre…”.
Actualmente, la película La quimera de Alice Rohrwacher, vuelve a recurrir a los Tomabroli italianos como protagonistas, justificando su actividad delictiva, en nombre del amor y la poética. Flaco favor, desde luego para espectadores impresionables y mitómanos…
Más allá de aventuras, motivos románticos y otras excusas inexcusables, el saqueo de tumbas se ha considerado siempre un crimen, primero como sacrilegio y a medida que los países desarrollan legislaciones de protección de su patrimonio histórico y artístico en el ultimo tercio del siglo XIX, se tipificó como delito.
Por aquel entonces en países como Egipto, Siria, Turquía, Grecia, Méjico, Guatemala Perú, Ecuador, Bolivia y el rosario de reinos de extremo oriente, la legislación de protección del patrimonio iba pareja con la corrupción. Italia, país de Tombaroli, no era una excepción a pesar de su estricta ley de defensa del patrimonio redactada en1861.
La figura del Tombarolo (en plural Tombaroli) , el saqueador de tumbas italiano surge en el siglo XIX, cuando las excavaciones de tumbas etruscas comenzaron a ser frecuentes en las zonas del Lacio y la Toscana.
Esta modalidad se convirtió una afición, inicialmente entre aristócratas y grandes terratenientes ilustrados. Eran los únicos que podían permitirse tal actividad, precisamente porque las tierras en las que emergían restos pasados eran de su propiedad. Durante casi un siglo, aquellos señores fueron los únicos en involucrarse y con orgullo en excavaciones ilegales. Durante muchos siglos no hubo ninguna orientación sociocultural compartida que viera la práctica de las excavaciones como un ejercicio con posibles resultados económicos. Sin embargo, quien profanaba las tumbas era considerado por todos un ladrón, pero porque lo que hacía significaba un sacrilegio”, Explica C.Macias en el Confidencial.
Luciano Bonaparte, Príncipe de Canino y Musignano y hermano de Napoleón, vivió la mayor parte de su vida en Roma y el Alto Lacio. Compró posesiones en la zona de Viterbo y, en particular, en Musignano di Canino, donde se encuentra la gran zona arqueológica etrusca de Vulci. Ya fuera por pasión o por razones económicas, se dedicó a organizar excavaciones de las que extrajo ricos hallazgos que en parte coleccionó pero en gran parte dispersó, vendiéndolos rentablemente a los marchantes de arte de la época.
Aunque con el paso del tiempo, el saqueo de tumbas pasó una actividad de subsistencia y furtiva llevada a cabo por los lugareños y campesinos italianos y muy lucrativa para los anticuarios de Roma, Florencia y Milán. Las autoridades italianas fueron también las primeras en el mundo en tomarse muy en serio el asunto del expolio arqueológico en los años 50, aunque estamos hablando de una Italia deprimida en plena postguerra y los medios disponibles por parte del Estado Italiano eran muy escasos.
Aún y así los Tombaroli eran personajes locales conocidos, hasta el punto que incluso se les dedicaba documentales , presentándolos como un mal extendido, difícil de erradicar y controlar como muestran los documentales de la Luce de la época.
Muchos de ellos se consideraban y consideran todavía “rescatadores”. y que sin ellos se hubiesen perdido miles de piezas de manera irremediable. En alguna entrevista, incluso confiesan que a pesar de ser conscientes del daño muchos de ellos aman la arqueología.
Pero el Tombarolo no ha desaparecido. Continua activo, aunque cada vez más restringido gracias a la presión policial a nivel local y a la cooperación internacional que está persiguiendo el tráfico y venta ilícita.
Sólo en 2018 la TCP (Brigada de Tutela de Patrimonio de los Carabineri) recuperaró en las regiones de Emilia-Romagna, Lombardia y el Lazio 56.400 piezas expoliadas.
La organización sistematizada de los Tombaroli
No obstante, en Italia, cualquier actividad ilícita y lucrativa, termina como no puede ser de otra manera en la “madre de todas las organizaciones criminales”, la Mafia, quien sistematiza el saqueo, su contrabando y comercio en exclusividad, con la capacidad organizativa que la identifica.
El Tombarolo sigue siendo primer eslabón de la cadena. Las mafias italianas organizan esta primera fase de la expolio en el terreno de manera sistemática a partir de los años 60. Primero pasó a ser controlado por la Camorra napolitana, después se añade la Mafia Siciliana y posteriormente la 'Ndrangheta calabresa que aunque es más “rústica”, ha demostrado ser igualmente efectiva.
Esta sistematización llevará por su puesto a su contrabando y comercialización y será Nueva York donde la mafia norteamericana se maneja perfectamente, en la que sus coleccionistas y museos son los beneficiarios principales. Se da la circunstancia que algún museo norteamericano, poco amigo de intermediarios, tuvo sus propios yacimientos ilegales en Italia y Grecia, como fue el caso del Museo Paul Getty de Los Ángeles. Es todos conocida la providencial avaricia y tacañería del abuelo de Aileen Getty, promotora del movimiento EcoCretino que asola museos.
Una vez en Estados Unidos, serán expertos y destacados miembros del comercio de antigüedades y académicos quienes colocarán las piezas importadas (originales y falsas), en primer lugar en colecciones privadas y luego en museos universitarios.
Muchos de estos coleccionistas sospechaban (o al menos intuían) qué antigüedades compradas procedían de manera ilícita (originales o no) y no dudaban en cederla a museos. Los casos del Metropolitan Art Museum de Nueva York, el Museo de Arte de Cleveland, Boston o el de Denver son casos que de manera permanente son noticia en Pecados del Arte.
De acuerdo con la fiscalidad norteamericana, los patronos y coleccionistas que ceden sus piezas a museos se benefician de importantes ventajas fiscales. Por otro lado los museos universitarios son de carácter totalmente privado y se permite la reventa de piezas de sus fondos.
Una vez las piezas entraban en las colecciones museísticas, ya sean como cedidas o donadas, estas obras se catalogaban e incluso se prestaban a otras instituciones en exposiciones o intercambio. De esta manera, la pieza de dudosa procedencia, conseguía gracias a ese recorrido expositivo, una “patina” de honorabilidad y autenticidad. Insisto, piezas expoliadas y piezas falsas, de esta manera a lo delitos descritos anteriormente se añade la falsedad y fraude documental.
A la pregunta que muchos se hacen, la respuesta es definitiva: Es imposible controlar o erradicar a los Tombaroli. El subsuelo Italiano es muy rico en yacimientos, tanto detectados (explotados y estudiados oficialmente), como todavía por descubrir. Desde los años 60 se reclama por parte de los expertos una mayor presión policial y penal para los infractores, pero es imposible impedir que estos furtivos del patrimonio actúen.
Se conocen asentamientos geográficos, pero no con precisión. Sólo los habitantes de los pueblos conocen bien el lugar. Los tomabaroli actúan rápido y en una noche son capaces de detectar la tumba mediante la "prospección por cata", excabar y llevarse lo que buscan. A veces no tardan ni tres horas.
La cantidad de antigüedades saqueadas y robadas en Italia es de tal magnitud, que en junio de 2022 se inauguró en Roma el Museo dell’Arte Salvata (Museo del Arte Recuperado). El museo pretende mostrar el éxito de los esfuerzos diplomáticos de Italia para repatriar antigüedades de museos extranjeros y colecciones privadas así como intervenir ventas en salas de subastas y anticuarios. La intención del museo es ir restituyendo las diferentes obras a los museos regionales de donde son originales. en el extranjero, así como intervenir ventas en salas de subastas y anticuarios.
Algunos incluso apuntan que tal vez sea lo más práctico por parte de los italianos. Esperar que otros las intervengan las piezas y las devuelvan en justo castigo a su permisividad.