J.A. La lectura del relato de Arturo Pérez - Reverte “El francotirador paciente” es de obligada lectura para adentrarse en la sicología de una tipología delictiva contra el patrimonio permanente y pujante. Me referiero al grafitero.
Pérez-Reverte en su novela nos introduce en la realidad del grafitero que transmuta en artista callejero involuntario y los conflictos personales que ello conlleva: Desear seguir siendo un artista transgresor, su reconocimiento como creador y la competencia que surge entre ellos.
No se si era la intención de Pérez- Reverte, pero las novelas del autor presentan esa multiplicidad de aristas en las que el lector puede escoger y el ofrece esa posibilidad de interpretación a los que somos especialistas en las intrahistorias del arte para entender a un creador, su obra y entorno.
Las causas de conflicto entre grafiteros pueden ser variadas: Cuando un obra se convierte y considera Arte Urbano y la agresión que sufre por parte de la competencia, ya sea por envidia o porque el grafitero plasme su firma en un lugar relevante; Los vándalos desprecian al grafitero que ha entrado en el “sistema” o simplemente porque los grafiteros consideran que la calle es un territorio solamente pare ellos y atacan al intruso en una burda lucha de territorios.
La noticia del DIARIO MONTAÑES del pasado 8 de junio podría ser una caso evidente resultante de la última causa, aunque para ser justos, y que no deja de ser un acto vandálico contra una obra de Arte Urbano: El mural 'Lo que oculta el viento' en la fachada de la Escuela Náutico Pesquera del artista leonés Daniel Verbis y de 20m2, ha sido parcialmente borrado por un grafiti.
Este proyecto, fue premiado en la convocatoria de ayudas
"Cultura Emprende 2014" de la
Fundación Santander Creativa (FSC).