Cita obligada a la hora de referenciar una obra de arte es, entre otras, acudir al catálogo razonado de la obra del artista que se trate realizado por variopintos personajes de muy diferente calibre. Me van a entender más adelante.
Bien puede tratarse de familiares del artista asesorados por estudiosos de su obra, bien académicos que, a través de Galerías de Arte o Instituciones, se encargan de elaborar un detallado recorrido por la producción del artista. Lo cierto es que, si de por sí es complicado ser un conocedor de toda la obra de alguien, más lo es si, además, ese experto lo es de varios artistas, no sé si por una excesiva formación o por un celo o ego exagerados. Desde Cahiers D’arts, Christian Zervos persiguió a un prolífico Picasso detallando prácticamente todo lo que remanecía de sus manos y en lo que se escapaba, surgió años después la Fundación Picasso en París que vino a reputar o desechar esas obras díscolas o perdidas. En muy similar línea podemos considerar a Georges Wildesntein para con la pintura francesa o Enrico Navarra y Annina Nosei con el enfant del grafiti, pero como en toda bella historia, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Y es que lo que inicialmente tiene un fondo positivo y bueno, de nada sirve si no se hace bien.
Imaginemos (solo eso, no sean mal pensados) que un Laboratorio estudia íntegramente, con participación de diferentes especialistas, una obra que es atribuida a (la mal llamada) impresionista olvidada Mary Cassatt. Dentro de la investigación se verifica que esta artista no cuenta con un catalogue raisonné (en francés tiene más empaque). Sigan suponiendo que este grupo de especialistas, para los que el orgullo no es un hándicap, tratan de verificar sus resultados con expertos conocedores de la obra de la pintora estadounidense hasta descubrir, con júbilo, que una Galería de Nueva York se está encargando de preparar un catálogo de la obra de esta artista. Los responsables de la Galería nos remiten amablemente a la persona encargada de esta recopilación, una señora que da conferencias y es autora de libros sobre Cassatt. Tras algunos contactos fallidos, viajes de por medio y un largo jet lag, esta “experta” comunica por escrito, que ella realmente no es experta en la artista y que no puede ayudar a verificar nuestros estudios ni autoría de la pintura en cuestión.
Tras un grito mudo, contacto con una conocida mía en el MET de NY, conservadora de arte, para desahogarme y pedir ayuda que, como siempre, muy amablemente, me brinda facilitándome los nombres y contactos de otras dos escritoras y conferenciantes sobre la ya amada, Mary Cassatt.
Sí, pueden atreverse a adelantar el resultado: también dijeron no ser “realmente” expertas en la pintora (espero que, al menos, los libros sobre ella los regalen). La conservadora del MET no daba crédito a esas respuestas y lo único que hacía era pedirme perdón. ¡¿Perdón?!, alguien sin culpa ni responsabilidad disculpándose por tres IMPRESENTABLES, el mundo del revés. Y de nuevo sí, además mayúsculas, porque lo grito a los cuatro vientos.
Pero no se preocupen, la Galería de NY de pronto, sin motivo alguno (risas por favor) suspendió la web en la que anunciaba a bombo y platillo la creación del catálogo de Cassatt pero, al poco tiempo, descubrimos que la experta que se iba a haber hecho cargo de su elaboración, ahora iba a realizar otro sobre un pintor inglés (cartel de llantos) del que omitiré su nombre, por el momento. Experta a la carta. No creo que mi último email advirtiendo de la grave mala praxis, desvergüenza y cara dura, que sin la menor estrechez iba a publicar en el mismísimo New York Times, con copia de todos los emails intercambiados, tuviera nada que ver.
Así que si ya había dudas sobre algunas obras que lucen en todo su esplendor colgadas en Museos ahora se añade la catadura ética y moral, además de veracidad, de algunos de los catálogos a los que acudir para verificar la existencia o registro de según qué obras. Si usted solo va a hacer una lista de lo que le digan, sin verificar, sin contrastar, sin crítica, sin eliminar posibles obras mal atribuidas o incorporar otras, llámese taquígrafo o hágase negro literario de profesión (sin ofender a nadie), pero no experto en tal o cual artista. Menudo panorama, ¿o no?
P.D.: Los sujetos y hechos retratados en este artículo NO son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales TAMPOCO es pura coincidencia.
Vicente Fernández Salmerón, es Director Arte ICCD, Experto en Grafística, Documentoscopia y Análisis de soportes y materiales